Delincuencia no es pobreza

Por Ricardo Bustos

Cuando hablamos de delincuencia, en la mayoría de los casos remitimos a una zona geográfica que, casualmente está «intrusada» por ciudadanos en las denominadas «Villas». Es lógico pensar que no todos los habitantes de esos asentamientos son delincuentes, pero si debemos reconocer que de una u otra manera, son cautivos necesarios para que las «bandas» de asesinos, traficantes o intermediarios en la trata de mujeres o menores de edad.

No es casualidad que la mayoría de estas pandillas, está integrada por extranjeros que ingresaron al país desde la década de 1980 y desde entonces, jamás se hicieron estudios ambientales en Migraciones para saber quiénes eran y a que venían esos sujetos al país.

Según informa El Territorio de Posadas, en la localidad misionera de El Dorado, una de las mas importantes del interior provincial, la esposa del dueño de un aserradero, fué víctima de un asalto por parte de cuatro delincuentes quienes la maniataron en presencia de sus dos hijos menores. Al no encontrar dinero, los maleantes que tenían acento paraguayo, brasilero y porteño, se fueron del lugar prometiendo a la mujer que volverían y que «les diga a su esposo y hermano que le junten la suma de 250,000 pesos y los dejen en un determinado lugar o en caso contrario vendrían a matar a toda su familia».

Este modus operandi, es típico de las guerrillas urbanas, las mismas que la madre putativa del ex presidente Kirchner defiende con toda su energía, que actúan con total impunidad y han sido adiestrados para estar alejados de los sentimientos porque les importa muy poco si la víctima es una mujer, un menor o anciano indefenso, aún a riesgo de matarlos por nada.

Indudablemente, el tema que nos preocupa a todos los argentinos, es político y pruebas tenemos para hacer puré.
Aunque les duela a los correligionarios de antes y ahora (porque muchos aún ocupan cargos importantes), esta historia nefasta comenzó con otro populista al que mal llaman «el padre de la democracia» pero , para que los militares lo dejen gobernar tuvo que «arreglar» con los uniformados de la época y todavía nunca se dijo la verdad sobre el ataque al Regimiento de La Tablada por parte de guerrilleros y la orden que dió para que actúe la Policía de la Provincia de Buenos Aires, sin armas ni entrenamiento para un evento de esta naturaleza, con bajas en su Fuerza ya que no contaban con armas o protección suficiente frente a los que habían tomado la unidad. Ese presidente fue quien abrió este camino para que ingresen al país todos «los hermanos latinoamericanos» y jamás se investigó quiénes eran los que venían. Los primeros en llegar fueron los de Sendero Luminoso que formaron a la Tupac Amaru de Milagro Sala y después se le sumaron los cárteles de la droga de Colombia apoyados por las FARC revolucionarias, las mismas que apoyan todavía a los mentirosos «mapuches» del sur argentino.

Todo se sabe, el origen del mal que padecemos es la convivencia entre los poderes y la delincuencia. Asesinos que salen de la cárcel y vuelven a robar y matar, chicos que por ser menores de edad entran a la Comisaría y a la media hora están cometiendo nuevas fechorías, en algunos casos causando la muerte de sus víctimas. Las familias de esos chicos ya no contienen a sus hijos porque la mayoría de los padres también cumplen condena en alguna cárcel por delitos graves, entonces los abuelos, que poco pueden hacer para retenerlos en su hogar, son apenas testigos de un espectáculo con final anunciado ya que en muchos casos les avisarán que ese chico perdió la vida en un tiroteo con las Fuerzas del orden o también contra otros mafiosos por la zona que reclaman, algo que les permitirá vender sustancias venenosas que seguirán matando a mas chicos como ellos.

Es muy triste observar frente al cajero a las mujeres niñas con su pancita o sus bebés en brazos, sin un hombre a su lado y mucho menos una familia que las contenga. El tiempo pasa muy rápido y quizá, esos bebés de hoy, mañana sean uno más de los que hoy integran las filas de estos grupos que captan a quienes no han tenido acceso a la educación o instrucción. La culpa no es del Estado porque somos los ciudadanos en su conjunto, aunque no incursionemos en política, quienes lo formamos.

Los responsables de estos desastres culturales son los dirigentes políticos que se valen de esas pandillas para tratar de contener a quienes por una u otra razón, no comulgan con sus ideales pero son elementos útiles como mano de obra descartable y en la mayoría de los casos los tienen cautivos por medio de un voto o un mísero plan social, algo que dejó de ser una ayuda económica hace mucho tiempo, porque si así fuera, los jóvenes no utilizarían ese dinero para comprar celulares de última generación, motos y por sobre todo, bebidas alcohólicas que vacían cada día lo poco que les queda en el cerebro para poder razonar.

Laura Ruiz Campillo de Alarcón, escribe al Diario El País de España, sintetizando algo que muchos sabemos pero la hipocresía nos hace negar o esconder.

«Raro es el día en el que no amanecemos con alguna noticia relacionada con jóvenes, muchos de ellos menores de edad. Esto no sería preocupante si no se tratase de hechos graves que no deberían surgir de la mente de un “niño”: el asesinato de unos ancianos, un joven que mata a su hermano, niños que provocan incendios para publicarlos en las redes y un largo etcétera de actos de esa índole. Francamente, me asusta en qué se está convirtiendo la juventud».

Como sociedad que somos todos, deberíamos plantearnos cuáles son las causas de que esto suceda. ¿Son las nuevas tecnologías, es la falta de valores o es la falta de autoridad de los adultos? Lo que está claro es que entre todos deberíamos buscar soluciones, ya que si la juventud es el futuro, ¿qué futuro nos espera?

«La violencia no es fuerza sino debilidad, nunca podrá crear cosa alguna, solamente la destruirá», Benedetto Croce (1866-1952) historiador, humanista y filósofo italiano.

El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556

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