El «cogote» del juez tenía un precio

Por Ricardo Bustos

Por las dudas y habiendo visto a muchos compañeros de ruta en esta juventud acelerada con sus extravíos mentales transitorios, ya sea por el frío o por la lógica que representa llevar sobre nuestros cuerpos el peso de los años, a veces pienso una y diez veces las cosas antes de abrir la boca para que no me traten de viejo tonto por la sola razón de pertenecer a esta clase de ciudadanos. Puede que suceda el típico caso de buscar el azúcar en la puerta de la heladera, pero también los jóvenes muchas veces no recuerdan donde dejaron las llaves de la casa o el auto o si tomaron el medicamento que les recetó el Médico.

En mi amado país, por estos tiempos, cuando alguien habla con una crítica respetuosa dirigida a los innumerables casos de corrupción que golpean a nuestros dirigentes políticos o empresarios y parte de quienes integran las organizaciones sociales que explotan a los pobres desde la cúspide del poder en cada caso, al instante se los denomina «fachos, gorilas, destituyentes, mala onda, cadena del desanimo, corporaciones mediáticas» y muchas cosas mas que no viene al caso enumerar.

Los barras bravas de la política, cuyos antecedentes los argentinos conocemos, siguen actuando libremente ejerciendo sobre la sociedad un poder que se traduce en mas delitos cada día, al amparo de la pertenencia a un Partido Político o ideología.

Un día nos dijeron que en Alemania, había más pobres que en Argentina, y que nos parecíamos a Canadá, Australia o Nueva Zelanda, cuando la realidad era que hacíamos negocios con Venezuela o Angola. Al tiempo leíamos en los medios del mundo que esa mentira tenía patas cortas porque:

«El gobernante del estado más poblado de Australia renunciaba a su cargo ante las pruebas cada vez mayores de no haber declarado una botella de vino de 2,000 dólares australianos: (2.800 dólares norteamericanos) que le llegó de regalo a la puerta de su residencia en Sydney.

En aquel momento el primer ministro de Nueva Gales del Sur, Barry O’Farrell, dijo ante una comisión anticorrupción que nunca recibió una botella de añejo Penfolds Grange Hermitage de 1959, como obsequio del empresario Nick Di Girolamo, quien lo felicitó semanas después de su victoria electoral en 2011.

Grange, es una marca emblemática y sinónimo de vino caro australiano. Los añejos Grange, figuran entre los mejores de Australia, aunque los de 1959, no son los más prominentes. O’Farrell, que se describió como un «no aficionado a los vinos», tenía por ley, declarar ese regalo caro ante el registro público a fin de disuadir a donadores políticos de que compren influencias.

Explicó que anunció su renuncia debido a que se le indicó que había escrito una nota de agradecimiento a Di Girolamo, en tanto que su esposa tendrá que enfrentar a la Comisión Independiente Contra la Corrupción, una agencia que investiga las acusaciones sobre la materia.

A esta altura de los acontecimientos, en Argentina, Néstor y Cristina kirchner, «arreglaban» con el juez mamarracho mediático, su situación legal económica dejando buen nombre y honor en las páginas de una causa iniciada por quienes consideraban el delito precedente en todo lo actuado.

Las Declaraciones Juradas sobre el crecimiento desmedido de su patrimonio personal de un año a otro, fueron «truchadas» por quien hoy permanece detenido en una de las cárceles federales por haber cometido ese delito, es decir que el propio Contador del matrimonio presidencial, está preso y el dúo responsable está, uno en el cementerio y otra en el Congreso de la Nación ocupando una banca, decidiendo el destino de millones de argentinos como si nada hubiera sucedido en sus vidas.

No imagino a Cristina Fernández, renunciando como lo hizo el dirigente político de Australia, porque esta mujer no tiene principios morales y éticos y mucho menos creo que sus colegas legisladores otorguen a la Justicia el poder de juzgarla sin fueros porque en el fondo de la cuestión, toda esta generación de Senadores y Diputados, tienen algo en común con la abogada exitosa. La mayoría viene de hogares pobres y hoy son millonarios, algo difícil de justificar pero si de explicar.

«Cada uno de los movimientos de todos los individuos se realizan por tres únicas razones: por honor, por dinero o por amor», Napoleón – (1769-1821) Napoleón Bonaparte, Emperador francés.

El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556

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