¿Que parte no entiende la dirigencia política del pasado argentino?

Por Ricardo Bustos

El 4 de enero de 2005, el Diario La Nación publicaba un libro ilustrado en conmemoración de sus 135 años, que presentó ante sus lectores como el «Testimonio de tres siglos» con la opinión de ilustres escritores y periodistas.

Para no retroceder tanto en la historia de nuestro país y con el permiso que realizo desde esta reflexión homenajeando a su autor, transcribo parte de una visión maravillosa que realizaba el 9 de enero de 2001, desde las páginas del matutino. Germán Sopeña, es el joven periodista que la muerte nos privó de continuar leyendo sus artículos cuando apenas tenía 54 años en un accidente aéreo.

Decía Germán, que «Se necesitan liderazgos que convoquen en el apoyo de la opinión del pueblo y hombres con vocación pública».

«Quizá el mayor problema de Argentina, es que no ha sido capaz de producir un número suficiente de dirigentes capaces de asumir la necesidad de grandes cambios. Hace falta una coincidencia básica entre muchas cabezas pensantes y activas, como la que se dió una vez, en la Argentina, de la construcción institucional y que no pudo repetirse después. Ese grupo de notables del siglo XIX, Sarmiento, Mitre, Alberdi, Roca, Avellaneda, no solo organizó en poco tiempo un país moderno e increíblemente pujante, sino que engendró, a la vez, una segunda línea de grandes hombres pensantes con vocación de desarrollo, desde el Carlos Pellegrini al Perito Moreno, cuyo ímpetu realizador era capaz de producir los cambios y avances mas sorprendentes. Agotada la gran ola creadora del siglo XIX, se diría que el país volvió a prácticas y estilos que constituían un sustrato profundo de su identidad antigua. Allí hay que encontrar la explicación a la existencia de hábitos de corrupción o de abusos de poder de las diversas estructuras del Estado, que son mucho mas antiguos que lo que podría pensarse».

Si nos remitimos al relato del recordado Germán Sopeña, allá por enero del 2001, vemos que en Argentina mucho ha cambiado para no cambiar nada.

Mencionaba Sopeña, en su artículo que «Ante una crisis, lo difícil es proponer programas de cambio sobre los que no todos pueden estar a priori de acuerdo, pero cuya validez se abre paso a caballo de la capacidad de liderar esos cambios y de disponer de 100, 200 o 300 hombres clave que se necesitan para llevar adelante la transformación. Con liderazgo y opinión pública aún se puede transformar una crisis en una gran oportunidad».

Desde la presente reflexión del ilustre periodista hasta nuestros días, hemos tenido gobiernos con diferentes matices e ideologías y todos han producido en sus permanencias, la misma cantidad de pobres e indigentes que se fueron sumando a los anteriores, con la diferencia que a los pobres debemos agregarle la desesperanza y falta de credibilidad en la dirigencia política, algo por demás grave si somos demócratas y pretendemos que la nación en su conjunto sea gobernada por estudiosos de la política, economía, desarrollo y equilibrio en las cuentas del Estado.

Lamentablemente, hoy todo eso representa solo una utopía y nos encuentra acelerando los motores de manera desenfrenada sin rumbo fijo y hacia un precipicio que desconocemos cual será la altura de la caída.

Germán Sopeña (1946-2001) Desde 1999 hasta su partida, fué Secretario General del Diario La Nación.

«Los problemas son oportunidades para demostrar lo que se sabe». Duke Ellington (1899-1974) Compositor y músico de jazz estadounidense.

El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556

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