El “misterio” del padrón

Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro

La discusión sobre el uso del registro de militantes, para las elecciones internas de los partidos, nos llevó un buen y precioso tiempo perdido, en discusiones estériles donde intereses y bajezas bien ocultados no permitían ver con claridad cuál debía ser el camino a seguir.

Finalmente se decidió descartar un padrón obviamente inflado y adulterado con el cual se escogió el candidato presidencial para las elecciones del 2016.

Además de un padrón adulterado, entonces se votó con listas dislocadas para inducir al error y confundir a sufragantes de los cuales se esperaba que votaron por uno u otro candidato. También se enviaron tardíamente los documentos de votación a las mesas.

Esa vieja y malsana práctica, iniciada para las elecciones del primero de junio de 1966, ocasión en la cual unos honorables miembros de la Junta Central Electoral, no profundizaron en la investigación sobre las trampas e ilegalidades, denunciadas a tiempo, que llevó al poder al doctor Joaquín Balaguer, quien inició, un mes más tarde, el período de la historia nacional conocido como “los 12 años de gobierno”.

Los honorables de entonces se han replicado en elecciones posteriores con los mismos resultados: el pueblo vota por uno y las autoridades cuentan los votos en favor de su favorito en una clara y desvergonzada burla al respeto a la voluntad popular que, junto con el derecho a elegir y ser elegido, forma parte fundamental del ejercicio de la democracia.

Para el 2016 se creó un padrón que distaba mucho de la realidad, pero permitió favorecer a uno de los aspirantes, ante los ojos cómplices de autoridades de la organización que permitieron y/o facilitaron no sólo el trastrueque de listas de votantes, sino también la manipulación de actas y la suma de los votos en favor de uno de los contendientes. Ante ese escenario de frustraciones y caídas de caretas, se decidió crear un patrón mediante la inscripción, en persona, de los miembros para que no hubiera ningún problema, posibilidad alguna de engaño.

Concurrimos en la fecha en que fuimos convocados, nos registramos y se enviaron esas listas al partido para su debido registro. Luego de inscritas en el centro de cómputos, las listas, ya registradas, debían ser enviadas a los lugares donde fueron anotados los miembros, a fin de que se constatara que habían sido registrados debidamente.

Pese a toda la tecnología y la idoneidad de los miembros del centro de cómputos, los errores fueron de tal magnitud que, según versiones, se produjo una torre de Babel y bajaron a los sitios de inscripción listas adulteradas, muchas de ellas con mayoría de personas no inscritas.

Ante tan reiterada equivocación surgen dos preguntas: ¿se trabaja para la división?, ¿Qué pasa en el Partido Revolucionario Moderno?

bgp@jgseguridad.net

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