Ni las bestias; Golpes porque perrita se hizo pis

Por José Luis de la Calva

(Eva Molano, elcorreo.com).- Definitivamente que «nos estamos volviendo unos desquiciados«, «unos intolerantes«, no es posible que por cualquier quitarme esta paja, recurramos a una extrema violencia y a la agresión.

En muchos casos influyen los efectos de drogas como; el alcohol, la nicotina, la marihuana, etc. etc.; pero en otros la principal causa es la ignorancia, el analfabetismo funcional.

La señora Arantza Echevarría, de 53 años, prejubilada tras detectarle Parkinson hace más de una década, es muy conocida en Zorroza, porque es a quien recurren los vecinos cuando aparece un animal herido o abandonado. Aunque apenas tiene movilidad, cuida de los gatos del barrio y colabora con la Asociación Provida Animal.

En la actualidad tiene cuatro perros pequeños, enfermos, rescatados de la calle o del sacrificio. Al último querían darle la eutanasia porque tenía una infección de oídos con «muy mala pinta», estaba raquítico y le daban ataques, pero ella le curó y le dio un nuevo hogar, justo donde muere la Avenida Montevideo.

Resulta que el 9 de junio sobre las 21.00 horas, al bajar de casa para llevarles a pasear, le entraron convulsiones y una de las hembras, que también es vieja, tiene una hernia discal y casi no puede andar, orinó en la acera, frente al portal del al lado, de donde salían una mujer de unos 45 años y su hijo veinteañero.

Según la denuncia que ha interpuesto ante la Ertzaintza, «el chaval comenzó a increparme y a decirme que había meado en el portal, pero la pobre no puede casi ni andar, y menos subirse a los sitios, lo que pasa es que se hizo pis en el suelo», explicó Echevarría, que aseguró que «soy una dueña responsable y recojo siempre todo».

La «madre» en vez de reprocharle a su «hijito» el IRRRESPETO exclama «Esa es una cerda, que da de comer a las palomas», reprobó la madre del supuesto agresor, a la que también denunció. «Eso lo serás tú», le contestó. Según relató a los agentes, el varón, ofendido por la respuesta, le propinó un puñetazo en el ojo al que respondió tirándole las gafas al suelo de un manotazo. Su madre se abalanzó sobre ella y el joven le propinó otro golpe en el abdomen, derribándola al suelo, donde quedó tendida entre dos coches.

«Se tiraron sobre mí y me intentaban meter los dedos en los ojos y yo giraba la cabeza para intentar evitarlo», asegura. «Me decían que iban a reventar a mis perros. El miedo que pasé de no saber donde estaban mientras me estaban pegando…Con lo buenos que son», relataba.

Después, siempre según su versión, pasó un vecino. «Creo que pensó que me había caído y que estaban encima de mí ayudándome, y no se acercó». Cuando los agresores se marcharon, llamó a su marido y a su hijo, que la llevaron al hospital de Basurto.

Concentración de repulsa

Los doctores no apreciaron hematomas ni contusiones pero sí dolores en la columna cervical, en la cara y la musculatura paravertebral cervical, por lo que le recetaron Nolotil y mucho reposo. He estado una semana sin poder moverme, dijo Echevarría.

No hay derecho a que unos desconocidos me den una paliza porque mi perra hiciera pis en la acera, denunció. Varios amigos de Arantza se concentraron frente a su casa y junto al lugar de trabajo de los presuntos agresores, en señal de repulsa por lo ocurrido. «Lo peor es que la Ertzaintza me ha dicho que, como no había sangre, les caerá sólo una multa», lamentó la mujer.

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