«En un país donde el litro de leche cuesta lo mismo que una botella de cerveza, de nada sirve protestar»

Por Ricardo Bustos

Obviamente no tengo ningún derecho de proponer algún tipo de guía para los padres de adolescentes, pero también es cierto, hay muchos que desconocen el paradero de sus hijos toda vez que abandonan el hogar para ir a divertirse y no se enteran de que manera actúan cuando están en grupo con otros jóvenes de edades similares, aunque mucho me llamó la atención en este último tiempo ver a hombres mayores compartiendo sus momentos de «diversión» con esos mismos jóvenes.

Cuando el alcohol domina la fiesta, surgen en el acto los efectos colaterales por el comportamiento de conductas desenfrenadas de esos jóvenes y no podemos quedarnos con la «cómoda excusa» que todos ellos son iguales y deben quemar etapas, como si «la vida loca» sea el objetivo de un buen vivir.

Un día Domingo, como tantos otros feriados, bien temprano salí para trasladarme a otro pueblo en tren de paseo local. Eran poco más de las 6:00 de la mañana cuando ingresé por una de las hermosas avenidas confiando en que a esa hora poca gente habría circulando por la calle porque los mayores lugareños recién estaban mateando algunos y otros estirando el sueño de la noche, mientras que los jóvenes, según mi creencia inocente, estaban pegados en la almohada porque llegaron tarde a sus casas. Nada de eso ocurría. 

El triste y lamentable espectáculo que me esperaba, me daba pautas de cómo será el futuro del país, si de chicas y muchachos como los que pude ver, va a salir el nuevo gobernante. Nobleza obliga, también imagino que una inmensa mayoría de jóvenes no están sumidos en esa forma de vida y tienen sobre sus espaldas como objetivo, defender con su conducta un estilo de vida absolutamente diferente.

En el trayecto, me vi envuelto en situaciones que llevaron mi sistema nervioso al límite de lo desconocido y debo decir que manejo automóviles desde los 14 años porque soy de los que aprendió mirando a otros y porque en casa siempre hemos sido los clásicos viajeros de la ruta, por lo tanto ninguna maniobra ajena me atemoriza, pero en este caso se trataba de «otros» conduciendo alcoholizados… muy alcoholizados, provocando e insultando a todo aquel que se le cruzaba por su camino y a muy alta velocidad por calles en donde no está permitido. Estoy hablando de un pueblo, no de Capital Federal. 

No se quien podrá revertir este tipo de vida que llevan muchos jóvenes hoy en nuestro país, pero es indudable que algo está fallando con las reglas de convivencia y no hace falta ser muy lúcido para entender cuál es el origen. Los jóvenes nos están enviando mensajes todos los días, no les hacemos caso y creo que la bebida es apenas un refugio para sus carencias.

Se sabe desde hace mucho tiempo que, cuando la juventud se encuentra debilitada por su falta de afectos y comprensión o contención en sus propios hogares, lenta pero inexorablemente mientras la bebida se hace dueña de sus actos, van abandonando toda iniciativa de vida normal y se sumergen en la depresión, mientras que otros son caldo de cultivo para ser cooptados por diferentes organizaciones que los utilizan para no ser ellos las caras visibles de cualquier ilícito que hayan planificado cometer y no quiero volar muy alto con la imaginación, pero lo que está ocurriendo con los asesinos de ISIS en gran parte del planeta, donde participan jóvenes de diferentes países y toda clase social o de cualquier religión, no nos deja muy lejos de cualquier intento de seducción habida cuenta de la falta de un futuro prometedor para esos mismos jóvenes que hoy encuentran en la bebida lo que deberían proporcionarle sus mayores.

Un día dijeron que era el cambio de época, otro que el final de siglo y milenio, traía aires nuevos de libertad y apertura mental, pero lo cierto es que nada se abrió para la juventud y cada día están mas prisioneros de sus propias acciones. Solo se que debemos ayudarlos ya, sin pérdida de tiempo y aunque no tengo hijos adolescentes, imagino el sufrimiento de esos Padres por no haber actuado en tiempo y forma y su arrepentimiento, no les da ningún tipo de posibilidades de revertir la situación.

Mientras tanto, los avisos publicitarios ofreciendo bebidas blancas, cerveza, vinos, energizantes y algún otro producto para una vida facilista, muestran a los actores del aviso con edades que poco tienen que ver con las de los jóvenes y nos quieren hacer creer que ahora la adolescencia se extendió en edades, pero la verdad es que solo veo que lo que ha crecido es la falta de compromiso con la propia dignidad y capacidad para asumir aquello por lo cual firmamos un acta simbólica sobre el rol de los mayores frente a la juventud. Hemos fallado y ahora es tiempo de corregir los gruesos errores.

«La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad». Jaume Perich (1941-1995) Humorista español.

El autor es: Locutor Nacional-Comunicador
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556

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