Fanatismos perecederos

Por Ricardo Bustos

Con el mayor respeto y pidiendo permiso al señor Ulises Rodríguez y su prestigioso blog, transcribo una historia que me ha tocado muy de cerca.

Cuando era niño, un 26 de julio de 1952 a las 20.25 hs. fallecía quien fuera la esposa del General Perón, Eva Duarte de Perón y las emisoras de radio de todo el país se encargaron de recordarlo hasta el año 1955 todos los santos días, interrumpiendo cualquier programa que estuviera al aire.

Argentina siempre tuvo mas papistas que el Papa y si de «populismos» se trata hemos ido siempre a la vanguardia. Se sabe que muchas veces no recordamos lo que hicimos la semana anterior pero de la infancia casi siempre recordamos todo.

Vivíamos con mi familia en la céntrica y comercial calle 12 de la Ciudad de las diagonales o la ciudad de los tilos, la capital de la provincia de Buenos Aires, en una casa con local comercial al frente, al lado de la histórica panadería y confitería «La Rosa» de los hermanos Frangi y del viejo cine «Eden Palace», en un tiempo en el que había mas de diez salas grandes en mi ciudad, muchas de las cuales terminaron en manos de los pastores y sus iglesias evangélicas.

Nos recuerda Ulises Rodriguez, que los platenses mas despistados se despertaron la mañana del 9 de agosto de 1952, menos de un mes después de la desaparición de la señora, con la noticia que nuestra ciudad ya no se llamaba como antes y ahora nos convertíamos todos en «evitistas o peronistas» porque por la labor de los parlamentarios de aquel momento se impuso el nombre de Eva Perón, a la capital provincial.

Imaginemos a los futbolistas cuando alguien le preguntaba de que equipo eran simpatizantes y debían responder «de Gimnasia y Esgrima o Estudiantes de Eva Perón», algo que hoy muchos no conocen. Lamentablemente de aquellos años han quedado muy pocos registros pero debe haber sido complejo el tema legal, los certificados, domicilios legales, títulos, etc.

La memoria colectiva es frágil y los viejos de mi época ya me estarán esperando para contar sus vivencias cuando llegue mi hora. Los de una vereda y la otra. Mi país ya estuvo fracturado muchas veces en su historia. En tiempos del presente relato, los conservadores o radicales no se hablaban con los peronistas y las familias enteras llegaron a separarse por años, con el mismo fanatismo que el de los tiempos actuales, quizá con el libreto amarillento que encontraron debajo de las piedras de un tiempo que ya no tiene razón de ser.

Ulises Rodriguez, se refiere a «OTRA CIUDAD», una vez bautizada como Eva Perón. A pesar de la alegría militante, hubo muchos ciudadanos a quienes le costó convencerse de que ya no vivían más en La Plata. Las publicidades hacían referencia a la ciudad Eva Perón, los niños que nacían eran oriundos de Eva Perón, los egresados de las distintas facultades y establecimientos educativos, el papelerío de la administración pública y hasta las lápidas del cementerio debieron inscribirse con el nombre de la “Abanderada de los humildes”.

En ambientes como en el universitario la oposición a la medida del cambio de nombre era feroz.

Hay que tener en cuenta que La Plata se había caracterizado por ser una de las ciudades con mayor grado de antipatía con el peronismo, donde se destacaba especialmente la presencia del Partido Conservador, el Socialista y la Unión Cívica Radical.

La escritora platense Aurora Venturini, que trabajó en la Fundación Eva Perón y fue amiga personal de Evita, su madre y sus hermanas le dice a INFOnews: “Al enterarme de que le habían cambiado el nombre a La Plata por el de Eva Perón lloré mucho. No podía creer que fuera cierto. Fue una ley impulsada por gente adulona, gente que no quería a Evita, sino que pretendían sacar un provecho personal”.

En el año 2012, a los 87 años y con un libro recién publicado, “El marido de mi madrastra”, Venturini decía que “le hubiesen puesto el nombre de Evita a la Ciudad de los Niños tenía más sentido, o que al menos nos hubieran consultado a los platenses qué pensábamos al respecto. Fue una vergüenza, tanto que en aquellos años publiqué un libro y no permití que dijera ciudad Eva Perón, sino La Plata, como debía ser”.

El doctor en Historia, Claudio Panella, director del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, dice que “fue una decisión que al peronismo no le aportó nada y que a los antiperonistas les dio más argumentos a la hora de oponerse a Perón”.

Claudio Panella, autor y compilador junto a Raanan Rein, del libro “El retorno de Perón y el peronismo en la visión de la prensa nacional y extranjera”, afirma que “era lógico que fuera rechazado por la mayoría, ya que la ciudad ya tenía un nombre y una identidad, no como cuando se fundó Ciudad Evita que desde el primer momento tuvo esa denominación”.

Con el golpe militar del 20 de septiembre de 1955, se impuso la persecución a todo lo que tuviera que ver con el peronismo. Bustos, cuadros, monumentos, documentación, libros y todo tipo de elementos relacionados a este período fueron destruidos y, por supuesto, se dejó sin efecto el nombre de Eva Perón en La Plata.

No había pasado una semana para que el interventor designado por la autodenominada Revolución Libertadora, Ossorio Arana, firmara el decreto número 10 mediante el cual se le restituía a la capital de la provincia de Buenos Aires su nombre original. El anunció lo realizó el mismo Ossorio Arana, apenas asumió el cargo, en la Casa de Gobierno bonaerense, y en los fundamentos del decreto se mencionaba que “la asignación del nombre de Eva Perón a la ciudad capital constituye una valoración contemporánea sin la significación que confieren las resonancias históricas pretéritas”.

A través del mismo decreto se restituyó el escudo original de la ciudad, tal como lo había establecido la ordenanza municipal del 17 de abril de 1891 y se volvió a designar con el nombre Luis Monteverde, a la avenida 7, y General Justo José de Urquiza, a la avenida 13.

Entre los más jóvenes de la ciudad pocos saben que viven en un lugar que alguna vez se llamó Eva Perón. Para el aniversario de La Plata, es un dato que pasa desapercibido. Los antiperonistas no quieren ni oír la historia, muchos peronistas tampoco. Es un pasado que la misma ciudad niega. Sólo quedan algunos diarios de la época, elementos como sifones o almanaques, documentación que se conserva en museos o que unos pocos guardan como un tesoro y la memoria de los que les tocó vivir en la ciudad Eva Perón.

A buen entendedor pocas palabras y los monumentos, plazas o avenidas que desde el año 2010 llevan el nombre y apellido del ex presidente Nestor Kirchner, nos muestran que muchos políticos se quedaron en el tiempo y no han aprendido la lección.

Como anécdota y solo por recordar a las nuevas generaciones los vaivenes que tuvo la política en nuestro país en tantos años de desencuentros, al final de sus vidas, la mayoría de los caudillos llegaron a la conciliación reconociendo sus errores del pasado. Lástima que en el camino quedaron varias generaciones de seguidores heridos en su amor propio… de una u otra ideología.

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