La inmoralidad de la moral

Por María Celsa Rodríguez

Al mejor estilo de una película de Fellini o de una obra de Franz Kafka, el caso José López es una sátira que tiene a toda la sociedad argentina conmovida.

Este ex-secretario de Obras Públicas de la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, en la madrugada del 14 de Junio es visto arrojando unos pesados bolsos dentro del monasterio Nuestra Señora de Fátima.

Un tal Jesús, vecino del lugar quien pensaba que era un ladrón y que vendría a robar sus pollos, llama al 911 y en unos minutos la policía llega al lugar, y encuentra a López quien intenta sobornar a los policías al ver estos que los bolsos contenían millones de dólares, euros, yuanes, relojes de marca, dos celulares y portaba un arma de guerra.

Argumenta que el robó todo eso para dárselo a las monjas.

A partir de ese momento, se descubre en el monasterio -que se encuentra una parte en construcción- y donde hay invertido- según cálculos-, cerca de 5 millones de pesos en esos arreglos; que debajo del altar y a los pies de la imagen de la Virgen había bóvedas vacías, que al ser detectadas por los perros, indican que en algún momento se guardaron allí dinero, y se estima que tienen capacidad para “esconder” más de 500 millones de dólares. Lo más llamativo es el complejo sistema de seguridad con cámaras infrarrojas que se operan de manera remota.

La pregunta que nos hacemos:

  1. ¿ese es un convento? y

  2. ¿son monjas las mujeres que dicen serlo?

De acuerdo a la periodista Alicia Barrios, que más conoce al Papa Francisco, explicó: “No es un convento. Es la casa de monseñor Rubén Di Monte, en General Rodríguez […] es el lugar donde eligió vivir su retiro como arzobispo de la Diócesis de Mercedes Luján. Las mujeres, que allí lo acompañaron con fidelidad absoluta, son laicas consagradas, no son monjitas, ni hermanas de orden alguna […]. Se visten como monjas, pero no lo son. Son tres mujeres que profesan su fe por la Virgen de Fátima, que siguieron con lealtad e incondicionalidad a Monseñor Di Monte, que abrazaba la misma devoción, y lo acompañaron hasta el final de sus días […]».

El lugar no está reconocido por ninguna Diócesis. Es un espacio de retiros espirituales”. Recordemos que Monseñor Di Monte era muy amigo de los Kirchner y los vecinos del barrio donde se encuentra «el monasterio», dicen que acostumbraban a ver autos de alta gama entrando al lugar.

En cuanto a las bóvedas debajo del altar y cubierta por una alfombra, dicen ahora que eran criptas para enterrar allí a una de las monjas y al Monseñor Di Monte. Si bien esto no se puede hacer sin permiso pontificio, tampoco tienen la imagen externa de cómo lucen usualmente las criptas.

Por su parte “el arzobispo Agustín Radrizzani explicó en un comunicado que: «la comunidad conocida como Monasterio de Nuestra Señora del Rosario de Fátima Monjas Orantes y Penitentes es en realidad, una asociación privada de fieles que se rige de acuerdo a los cánones 321-326 del Código de Derecho Canónico y que ha permanecido bajo la autoridad de su fundador, Monseñor Rubén Di Monte, recientemente fallecido»”.

Dice el canon 325 § 1. “Las asociaciones privadas de fieles administran libremente los bienes que posean según las prescripciones de los estatutos, quedando a salvo el derecho de la autoridad eclesiástica competente de vigilar de manera que los bienes se empleen para los fines de la asociación. § 2. Conforme a la norma del c. 1301, está bajo la autoridad del Ordinario del lugar lo que se refiere a la administración y gasto de los bienes que hayan recibido en donación o legado para causas pías”.

Casi nueve millones de dólares, relojes de marca y un arma de guerra ¿se pueden decir que son para “causas pías”? Además, la monja del monasterio dijo que López había robado ese dinero para ayudarlas, la pregunta es ¿tanta plata para ayudar a que o a quién? Ahí solo viven un par de monjas, entonces, porque se estaban haciendo construcciones nuevas y ampliando las existentes, si el lugar no brindaba ningún servicio ni educativo ni siquiera alberga a desamparados ni hace labores de caridad?.

Podemos decir que aquí hay expuesta una inmoralidad de la moral, donde se ha desvanecido los valores éticos y se ha profanado el respeto y el sentido común, puesto que ni siquiera las imágenes religiosas han servido de vaya para detenerse. Ya que con descaro la corrupción mostró su peor rostro y la inmoralidad de la política pasó todas las fronteras.

Hemos estado ciegos durante más de una década y el mal del kirchnerismo extendió su repulsiva vanidad y ambición hasta tocar los límites de lo sagrado.

Nuestra falta de conciencia colectiva, la comodidad de no obligarnos a razonar frente a los hechos, la vergüenza de una justicia arrodillada ante el poder que solo dictaba sentencias absolutorias y dejaba que la impunidad gane la pulseada, provocó los efectos que hoy enlodan el presente.

Durante más de una década fuimos una sociedad que caminó engañada ante una realidad travestida que nos condujo sigilosamente a anestesiarnos de inmoralidad, dilapidando los dineros públicos y donde el “todo vale” fue la razón perfecta para aquel “vamos por todo” a costa de todos.

Y así, aquel proyecto nacional y popular fue un mecanismo para el enriquecimiento de esas aves de rapiñas que gestionaron nuestra destrucción.

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