¡Qué regalo, Señor!

MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera

Promisorias, bien intencionadas y sobre todo excelente regalo de Navidad, de Año Nuevo, de Reyes y hasta de Vieja Belén deben ser consideradas las palabras de la inminente Primera Dama de la República, doña Raquel Arbaje.

La señora Arbaje con el donaire que le es innato, según los que la conocen o la han tratado, adelantó que a partir del 16 de este agosto la aberración en que convirtieron el Despacho de la Primera Dama, el doctor Leonel Fernández y el licenciado Danilo Medina, agraciadamente llegará a su fin.

No sería nada raro que como sucedió con la Ley 112 del 2000 sobre los hidrocarburos, y se culpara al ingeniero Ramón Alburquerque de todas las distorsiones que ellos manipulan con la chercha del sube-sube y el baja-baja; ahora aleguen que el susodicho despacho lo instauró el ex-presidente Hipólito Mejía.

Y yo pregunto: ¿Hay manera de obviar la diferencia abismal entre la conducta prístina de la señora Rosa Gómez y las de otras?, Doña Rosa, igual que doña Renée Klang y doña Asela Mera, las dos últimas sin despachos, ya están en los anales de la historia por el ”glamour” y el desinterés con que colaboraron con sus respectivos consortes sin que “se les pegara un chele”.

¡Ahí está el detalle! Nadie sabe ni sabrá nunca, cual si fuera el secreto mejor guardado del mundo, a cuánto asciende en millones de dólares estadounidenses el sangrado que le ha costado al fisco nacional el afrentoso Despacho en los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

En la reseña que publicara el tabloide matutino El Día en su página 20, la cuasi flamante pareja del entrante presidente Luis Abinader, quien es brillante empresaria e intelectual de fuste, dice con propiedad esperanzadora que “aquí no hay necesidad de que haya pobreza extrema”.

Y agregó: “Estamos en política porque tenemos lo necesario y un poco más: de ahí que no pretendemos tocar un centavo del erario”. De modo que para un buen entendedor esas palabras son más que suficientes, y sugieren que al que le calce el sombrero no sea tímido, y se lo ponga…

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