¿Si o no?

Por Guillermo Cifuentes

“Qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura una subida al caminar. Esta realidad tirana que se ríe a carcajadas, porque espera que me canse de buscar.” Llegado a la isla por culpa del pecado. Fue columnista del diario “La Discusión” de Chillán, (Chile). Guillermo Cifuentes
 
“Los políticos no ganan ni pierden elecciones, las explican”. Andrés Allamand

Lamentablemente ni siquiera explicar qué pasó con estas elecciones podrán hacer los políticos criollos, pues para poder hacer ese ejercicio se necesitan resultados y estos no aparecen ni en los centros espiritistas. Y con cada hora que pasa se hace aún más difícil que aparezcan.

Pero como hay que tratar de entender lo ocurrido, recomiendo la lectura de un artículo de Pedro Cabiya que pueden encontrar en el siguiente enlace:http://www.pedrocabiya.com/2016/05/ecos/.  Este artículo permite entender las reacciones de los comunicadores, de los obispos, de los empresarios… y,  a la hora de pasar balance, también contribuye a la conclusión de que el déficit democrático es muy alto. El caso es que esta vez hasta se olvidaron de que la democracia no sólo consiste en que los perdedores reconozcan a los ganadores, lo principal de la democracia es cómo triunfaron los ganadores.

En la cultura política local parece que se asentaron para siempre los ‘triunfos’ del partido dominicano, cuyas mayorías nunca fueron puestas en duda pues ni perdedores existían.

La acción de los disconformes es denominada en forma despectiva, triste, penosa el “pataleo”. Ese es un insulto incomprensible en una democracia pero lo repiten tantos y tantas que parecían demócratas pero que claramente no lo eran.

Pero como de lo que se trata es de los hechos, vamos por ellos.

A partir del marco teórico obtenido de la definición de fraude de la RAE: “Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete”. Se puede conversar acerca de varios hechos interesantes.

Repito que no podremos hacerlo sobre resultados, puesto que nunca se conocerán y además siguen ahí los “sin valor jurídico” o los “ganadores provisorios”.

Con todo, no temo afirmar que en la duda el más votado de los tiempos recientes fue Leonel Fernández en el 2004. A quienes tramaron todo esto quieren que se nos olvide que ganó estando en la oposición y que algunas de las víctimas de hoy fueron entonces victimarios sin escrúpulos.

El futuro que se adivina es el sueño de una burocracia político empresarial sin contrapeso.

Si hoy el Congreso es dependiente del Poder Ejecutivo con una mayoría que alcanza para todo, lo que viene a partir del 16 de agosto es como para salir corriendo.

Como de una ligera revisión de la prensa resulta evidente que la gravedad de lo ocurrido comienza a ser asumido, es necesario llamar la atención sobre lo que un articulista llamó “los jodíos scaner”.

Alguien debe explicar cómo una institución pública gasta entre 26 y 31 millones de dólares en un país pobre –aunque sus funcionarios no lo sean- en comprar instrumental cuya utilización no está permitida por la ley electoral y que para colmo no funcionaron en proporción suficiente como para evitar que el proceso electoral esté como está.

Lo peor -si todavía algo peor es posible- es que tales juguetes no podrán ser utilizados tampoco en el futuro, pues siendo sensatos, la única forma de terminar con las irregularidades electorales, es instaurando en el 2020 el voto electrónico y en tal caso los “jodíos scaner” tampoco serán necesarios pues la verificación del voto electrónico se hace ¡¡en forma manual!!

¿No sería recomendable que la Contraloría, la Cámara de Cuentas o la Defensoría del Pueblo en defensa de los escasos recursos públicos investigue y determine los responsables del gasto de recursos públicos en artefactos cuyo uso es ilegal?

No debe pasar desapercibido que la legitimidad de los resultados electorales no depende de los obispos, ni de los empresarios, ni de los poderes fácticos en general.  La legitimidad emana exclusivamente del cumplimiento de los procedimientos y protocolos legales en cuanto a la emisión del sufragio y por supuesto de la forma en que se llevó a cabo el escrutinio. Si eso no existe, todas las felicitaciones resultan sospechosas de pretender legitimar un proceso que no es capaz de legitimarse por sí mismo, con consecuencias más nocivas para la vida democrática que los propios sucesos que nos ocupan.

El futuro que se adivina es el sueño de una burocracia político empresarial sin contrapeso. Si hoy el Congreso es dependiente del Poder Ejecutivo con una mayoría que alcanza para todo, lo que viene a partir del 16 de agosto es como para salir corriendo: una mayoría de legisladores que le deberán su puesto al presidente y al intercambio del voto afirmativo para la Reforma Constitucional (por cierto, ¿alguien se acuerda qué dijo el CONEP de la reforma del 2015?).

La ley de partidos, la electoral y el pacto fiscal, vienen como paquete único que no será decidido en el Centro de los Héroes.

Las prácticas corporativas van a llegar a una expresión máxima de tal magnitud que ni el Consejo Económico y Social será necesario reunir… ahí hay mucha gente.

Finalmente, creo que si algo ha quedado claro de este proceso electoral es que el problema nunca fue la calidad de las propuestas debidamente publicitadas por la “derecha oemegeísta” mientras se tramaba lo que se sufre. Tampoco era la unidad de la oposición y menos el número de propuestas.

El fracaso democrático, el retroceso, tiene que ver con la calidad de “lo político”, es decir del Estado y del gobierno que lo administra. Y esto no se resuelve sino que con una mejor política en que las prácticas democráticas importan y en esto es mejor no profundizar pues los opositores al gobierno que surge de las votaciones del 15 de mayo le cuestionan su legitimidad.

Y la legitimidad del Congreso electo durante la reforma de junio de 2015, ¿quién la cuestiona?.

Finalmente, para llegar aquí hubo muchos antecedentes de trabajo sucio: desde el 1990, desde la renuncia de Juan Bosch al PLD, desde el fraude en las internas de 1999 y hasta en las del 2005 (http://hoy.com.do/diputados-pld-denuncian-fraude-eleccion-interna-2/). En esa última oportunidad el ex-presidente Fernández renunció a ser candidato a la presidencia del PLD hasta que no se explicaran las irregularidades denunciadas. Fue una renuncia efímera, como lo han sido muchos de sus dichos que pudieron ser emblemáticos. Anoto esto porque una de las cuestiones que habrá de dilucidarse en los próximos meses es el peso que en el actual ciclo político tienen el leonelismo y el danilismo.

Pero, por favor, que los análisis no se centren en las encuestas ni en el número de senadores, sino en el principal desafío del país: la democracia.

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