Volver a las vocaciones

Por Ricardo Bustos

Por mi tarea profesional, hace muchos años me trasladé con mi familia a Comodoro Rivadavia para trabajar en la querida LU4 Radio Patagonia Argentina que formaba parte de la Cadena azul y blanca de Emisoras Argentinas, cuya cabecera fué otra grande de la radiofonía, LR1 Radio El Mundo, cuyos estudios centrales ocupa hoy en Maipú 555 de Capital federal LRA Radio Nacional.

Ubico el relato en los años 70, cuando la patagonia tenía su encanto y no había sido aún invadida por la política corrupta y otras hierbas que, lamentablemente hoy azotan gran parte de Argentina. El patagónico es un ser muy especial, gente de bien, trabajadores,»familieros» emprendedores y es tan noble que hasta los que llegan de otras regiones, al poco tiempo asimilan su forma de ser y comportamiento. Por aquellos días, todavía eran otras las costumbres y el respeto entre los ciudadanos se percibía a diario.

Este prólogo para traer a nuestros días en tiempo y espacio aquella realidad que pudimos vivir en la bella patagonia, me permite contar una pequeña historia para compararla con un presente difícil a la hora de analizarlo.

Las vocaciones profesionales, institucionales, políticas o religiosas, se han debilitado o perdido con el transcurrir de los años.

Al respecto vienen a mi mente algunas escenas de situaciones vividas, impensadas que hoy se puedan repetir. Soy Locutor de carrera y por vocación y durante mi extensa carrera he visto pasar las vacas gordas y las otras, al punto de haber sufrido en carne propia junto a mis compañeros de tareas, épocas en donde cobrábamos los salarios cada dos meses y muchas veces con canjes de mercadería de algún supermercado que tenía publicidad con las Emisoras donde trabajaba, pero aún así, la «vocación estaba presente».

Las instituciones, en su gran mayoría estaban conformadas por gente que se había formado desde abajo como el caso del Correo Argentino, que al formar parte de las empresas del Estado, realizaba el control de las transmisiones de Radio y Televisión en aquellos lugares donde no existía una delegación del Comfer (actual AFCA).

Cierto día, por esas cosas que quizá solamente comprendan los que trabajamos en los medios, con un compañero del informativo, a la hora en que estábamos desarrollando el panorama informativo, nos tentamos de risa de tal manera que no podíamos continuar con la lectura de las noticias. Esto que parece un chiste de niños, en nuestra tarea no era tal porque cuando finalizó la emisión del informativo el Director de la Radio nos comunicó que debíamos concurrir a la sede del Correo para notificarnos de una sanción que nos aplicaría el Jefe de la delegación por nuestro comportamiento poco profesional en un micrófono.

Este caso demuestra que nuestra vocación profesional fué dejada de lado, pero, desde lo institucional nos hicieron ver que, actitudes como la nuestra no se condicen con las normas del buen comportamiento ante la sociedad.

Párrafo aparte, la política no se quedaba atrás porque eran tiempos muy «calientes» en todo el país, aunque la gran geografía sureña y la poca cantidad de habitantes, hacía que la situación pudiera tener reacciones diferentes si las comparábamos con otras regiones. Y por último, me gustaría destacar a los médicos del alma, aquellos que en medio del clima hostil y con escasos recursos, llevaban la palabra santa cada día en sus parroquias o recorriendo los barrios mas humildes (que ya existían). Me refiero a los sacerdotes de las zonas mas alejadas del centro cívico, donde las carencias eran mas visibles a los ojos del ciudadano común.

Siempre tendré presente aquellas ceremonias religiosas en templos pequeños pero inmensos en la fe, con sacerdotes que vestían sus sotanas «remendadas», en esos días de frío intenso y con su salud maltrecha, pañuelo en mano, jamás dejaban a sus fieles sin la misa y cuando alguna vez ocurría ello, se trataba de un viaje hacia los pueblos pequeños donde asistían dos veces por mes. Jamás los escuché hablar de política o en un tono «reaccionario» sobre la situación que estaba viviendo el país, en sus palabras siempre estaba presente la palabra de Dios y nuestra fe.

Hoy en las grandes ciudades, esa escena quizá se haya convertido en algo casi «pagano» dentro de alguna villa y de la mano de nuevos sacerdotes, con diferentes proyecciones vocacionales (si es que las tienen) utilizando la política desde el púlpito parroquial con la excusa de seguir la palabra del Santo Padre, a quien dicen conocer desde que era Cardenal en Buenos Aires, pero aplicando la ideología en una vocación que solamente debe volcar su esfuerzo a la ayuda y contención de los fieles mas necesitados, sin imponer las ideas políticas de los partidos que forman parte.

En fin, cuesta creer pero desde niño en la Escuela y hasta nuestros días, las vocaciones de todo tipo, se han convertido en moneda de cambio para lograr oscuros objetivos que distan mucho de sus orígenes.

“Una sociedad en la que la vocación y el trabajo se separan de la mayoría de la gente, crea gradualmente una economía que es a menudo carente de espíritu, que llena con frecuencia nuestros bolsillos a costa de vaciar nuestras almas”. Sam Keen

El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556

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