Antigobiernistas

Por Milton Tejada C.

¿Cuento? No, más bien el relato de las angustias de Fanny, una entre tantos miles de dominicanos que por el simple hecho de ser “enemigos del régimen” eran perseguidos, ignorados, maltratados hasta por aquellos a quienes consideraban sus amigos a la hora de “caer en desgracia”.

Allá, en Villa Trina, un pueblito pequeño en las montañas de Moca y cuyos habitantes vivían en su mayor parte del cultivo y venta del café, Pucho, su hermano, la había contratado como asistente administrativa. Pucho estaba amasando una de las fortunas más sólidas del lugar y Fanny, que con 28 años arriba aún no sentaba cabeza, se fue de la ciudad a ese pueblito a trabajar con él. “Desde que escuché a unos guardias hablar de cómo mataban a los haitianos, como enganchaban a los niños en el filo de sus bayonetas, mi madre y yo nos dijimos que no podíamos ser trujillistas”, confesaba Pucho cuando le preguntaban por su radical oposición al gobierno de Trujillo o a los gobiernos de los que consideraba sus títeres, hasta su militancia en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio.

Y mucho duró la familia para sufrir los embates de una dictadura que no aceptaba disensiones.

-La angustia más grande que viví quizás fue cuando el 20 de enero de 1961 cogieron a mis hermanos presos. Era casi una verdad absoluta que quien caía como preso político no volvía vivo a su casa, indica Fanny hoy a sus 84 años.

El Servicio de Inteligencia Militar (SIM) apresó, como enemigos del gobierno a Bienvenido, el menor de los hermanos, así como a Alfredo, Salvador y Pucho, quien en la práctica sostenía económicamente la numerosa familia de sus hermanos, ya que Millo, el padre, “aunque trabajador, todo lo tiraba en el colmado, bebiendo romo con algunos amigos”, confiesa con pena y rabia la mujer.

-En ese tiempo todos los que cogían preso por política lo desaparecían. El gobernador de Moca llamó a Moncito y le dijo que no esperaran que esos muchachos regresaran, como que lo iban a matar, eso tío Moncito me lo dijo a mí y se me partió el alma, expresa mientras sus ojos que casi no ven la luz se aguan con las lágrimas.

-Yo estaba joven y no tenía la experiencia para manejar el negocio porque yo llevaba la contabilidad y era cajera entonces al coger los tres: Salvador, Pucho y Alfredo me quedé al frente de todo, Alfredo estaba al frente del almacén de provisiones y Salvador al frente de compra de café, yo no tenía la experiencia y el conocimiento necesario para manejar un negocio de tanta altura, y todo cayó sobre mis hombros.

A pesar de que era el mayor comprador de café de la comarca, a pesar de que se veían obligados a hacer negocios, la gente volvió la espalda a las relaciones humanas con los Tejadas. El rechazo de allegados y amigos era explícito.

-Un día, estaba con Donaldo, un trabajador nuestro, parados en la calzada del almacén, y una muchacha que era amiga de ambos lo llama: “Donaldo, ven acá, que tengo que decirte algo”, y Donaldo le dice: Pero cruza muchacha. Y ella dice “Tú sabes que yo no puedo reunirme con Fanny, eso me perjudica”.

-¡Cuánto dolor! ¡Cuánta rabia! Para mí que siempre había sido tan amistosa y la gente me rechazaba. Yo había sido reina de las fiestas patronales y recuerdo que el presidente del Partido Dominicano, el partido de Trujillo, cuando me veía se me acercaba y me decía en son alegre: “Pase usted, majestad”, y desde que cogieron presos a mis hermanos si me veía cruzaba para la otra acera, me evitaba. Y así era casi todo el mundo, porque nosotros éramos como enemigos del pueblo.

El inmenso estrés que generó esta situación en Fanny le condujo a vómitos constante, caída del pelo.

-Fui a un especialista en Santiago porque pensaba que era un tema dermatológico o algo así y él simplemente me dijo: “eso es estrés, eso es tensión nerviosa, mientras no se corrija lo que la provoca seguirá igual” ¡Y cómo corregir una situación así, si la única manera de hacerlo es que mis hermanos volvieran vivos o que Trujillo estuviera muerto!

Los hermanos de Fanny, contra toda predicción, fueron liberados. Al primero que liberaron fue a Alfredo, a los diez días, dicen que fue apresado por equivocación. Sin embargo, el maltrato fue tan brutal que hasta su muerte, más de 30 años después, todavía no oía bien de un oído a consecuencia de un determinado tipo de tortura que le infligieron. Pero Alfredo fue una tumba, no dijo nada, calló, se encerró en sí mismo.

Años después se supo que su silencio no era más que el fruto del miedo, de la amenaza que le habían externado de que si algo decía las consecuencias la pagarían sus hermanos. Alfredo terminó siendo un aterrorizado por el régimen, tanto que aun muerto Trujillo conservaba un pequeño letrero que decía: “En esta casa Trujillo es el Jefe”.

A Bienvenido, el hermano menor, lo soltaron dos meses después, por equivocación. La familia había cabildeado con un hermano de Trujillo la liberación de Pucho, el más comprometido de todos en la lucha contra Trujillo y al que creían en más riesgo de ser asesinado por ser miembro del Movimiento Clandestino 14 de Junio, que se proponía el ajusticiamiento de Trujillo, su ejecución.

Sin embargo -cuenta Fanny- la orden que llegó a la cárcel fue “Suelten a Tejada Rodríguez”, y como ambos eran del mismo apellido, soltaron por error a Bienvenido. En Las Cuarenta, como se llamaba la cárcel política de Trujillo, muchos jóvenes se suicidaron, no tuvieron tanta fortaleza como para resistir las atrocidades. Uno, contaba Bienvenido luego, se tragó un bombillo, lo masticó. Carela, uno de los verdugos, no tenía piedad de nadie.

El día en que soltaron a Pucho, Moca hizo fiesta, en secreto. Lo daban por muerto, nadie sabía nada de él. Fanny cuenta que ante los rumores «ese día vomité 17 veces”.
-Ya mi peso era de 83 libras… estaba grave. Pero desde entonces los Tejadas como que llevamos el ser antigobiernistas en la sangre.

Ya ciega y casi sorda, Fanny es una Tejada que se indigna como entonces.

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