Cualquiera se desanima, después de sentirse Dios (Décima)

Por Juan Tomás Valenzuela

El presidente Medina,
después que entregue el poder,
dicen que va a recoger
y salir por una esquina.
Con él se irán las bocinas,
los maipiolos y adulones,
las que despiertan pasiones,
los corruptos y avezados,
los parásitos de Estado,
los Marchenas y Rondones.

El discurso programado
para el próximo domingo,
los van a escuchar los gringos,
pero no los desvisados.
Lo escucharán los ganados,
pero no los pededores,
los nuevos embajadores,
pero no José Tomás,
ni la esposa de Caifás,
ni su recua de asesores.

Antes de que Eduardo Estrella
juramente a Abinader,
Danilo se va a perder
como Remedios la Bella.
Con él, se irán las botellas
y contratistas de Estado,
y me dicen que el tarado
que había usado de delfín,
también se pondrá un patín
y saldrá por el Senado.

Cuando Luis, diga el discurso
no habrá nadie que lo escuche,
porque Margó y Rascabuche
se irán durante el concurso.
Se dicen que el el transcurso
de esa pieza discursiva,
piensan amarrar la chiva
en un chalet de Gurabo,
pues dicen que al fin y al cabo
Luis, viene en forma pasiva.

A lo que le tienen grima
el ungido y sus pelmazos,
es dizque al cacerolazo
que habrá tras de la tarima.
Cualquiera se desanima,
después de sentirse Dios,
no poder alzar la voz
ni arengar frente a sus tropas,
como hacía esa vieja loca
que llaman María la O.

Juan de los Palotes
11 de agosto 2020

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