Dos lecturas

Por Miguel Gómez Martínez

El homenaje de las FARC a Jorge Briceño, más conocido con el alias de “Mono Jojoy” sólo puede tener dos interpretaciones.

La primera de ellas es que las Farc no leen bien lo que los colombianos piensan de ellos. Ensimismados y confiados por el triunfo en la mesa de negociaciones, creen que los negociadores del gobierno representan al ciudadano común. Ningún colombiano habría aceptado los niveles de impunidad que Santos les concedió. Tal vez por ello creen que exaltar a su peor exponente, el que sin vergüenza ni límites amenazaba a los soldados secuestrados mirándolos a través de los alambres de púas de las cárceles en la selva, no genera un rechazo muy poderoso en la opinión pública. No descarto que esta sea la explicación correcta. Las Farc llevan demasiado tiempo en el monte, lejos de la realidad y alienados por el dogmatismo. Se equivocan si piensan que el acuerdo de paz implica una aceptación de sus horribles y reprochables métodos de actuar.

La segunda explicación también es posible. No se trata de un error sino de una calculada estrategia para enviarnos un mensaje claro y directo. Puede ser que quieran que nos demos cuenta cómo será el futuro cuando alcancen el poder. Que no nos equivoquemos al pensar que ellos han renunciado a su estrategia revolucionaria que reconoce en los más sanguinarios de sus miembros los más comprometidos con la causa.

Por ello el homenaje al más detestado de todos los miembros de la organización que significa toda la crueldad de la que es capaz la organización.

Las dos lecturas no son buenas para el país ni para el futuro. En el primer caso, la torpeza de las Farc anticipa lo difícil que será su integración en una sociedad que desconfía de su sinceridad y de su compromiso con la opción política. Sin entender lo que la ciudadanía piensa de ellos, les costará mucho hacer su tránsito a un modelo político cada vez más complejo y enredado. En la segunda opción, la guerrilla sigue aferrada a un modelo de socialismo puro y duro coherente con el peso del estalinismo en su historia ideológica.

Ello significaría que el madurismo que impregna su discurso es la opción que quieren para Colombia, con todas sus horribles consecuencias.

Nada justifica hacerle un homenaje a un hombre que demostró a lo largo de su historia ser un criminal de la peor especie. Flojo servicio le hacen a la reconciliación nacional las Farc al recordar sus horrores y crueldad.

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