La llamada telefónica

En mangas de camisa, Por Melvin Mañón

Pero, es posible que Medina no haya leído bien y que, la intervención norteamericana, además de buscar ponerle coto a la corrupción y la impunidad persiga deshacerse de Medina. Melvin Mañón

En algún momento, temprano en el año 1986, Imelda, la esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos, conocida por el lujo, el derroche y las extravagancias de sus joyas, vestidos, residencias y sus 3 mil pares de zapatos, hizo una llamada pidiendo auxilio a Nancy Reagan, con quien mantenía muy cordiales y frecuentes relaciones. En ese momento, Marcos, quien ya tenía 20 años en el poder estaba acosado por manifestaciones callejeras denunciando la corrupción y reclamando su renuncia.

Nancy, tienes que decirle a Ronnie (se refiere a Ronald Reagan) que Ferdy (alude a su propio esposo Ferdinand) necesita de su ayuda.

Imelda- respondió Nancy Reagan tras una pausa – dile a Ferdy que dice Ronnie que ustedes tienen que irse.

Y se fueron exiliados a Hawaii, el 25 de febrero de 1986.

El 20 de diciembre de 1989, los Estados Unidos, invadieron a Panamá, para proceder a deponer por la fuerza al presidente Manuel Noriega, cuya renuncia habían exigido bajo acusaciones de narcotráfico y otros delitos.

El 28 de junio del año 2009, Manuel Zelaya, a la sazón presidente de Honduras, tuvo que abandonar la presidencia y refugiarse en el exilio para escapar de una asonada militar alentada en lo interno por sus adversarios y apoyada en lo externo por los Estados Unidos. Tuvo que irse.

El 29 de febrero del 2009, el presidente haitiano Jean Bertrand Aristide, quien había sido electo por segunda vez es derrocado también por segunda vez y en un avión de los Estados Unidos es conducido a un país africano. Tuvo que irse.

Durante varios años los Estados Unidos, sostuvieron una conflictiva y violenta relación con Gadafy en Libia. Acusado de apoyar actos terroristas, incriminado por el derribo del avión de Pan Am sobre Escocia en 1983. Gadafi, fue finalmente acorralado, perseguido y asesinado, el 20 de octubre de 2011 en Sirte al este del país.

En igual periodo tuvo lugar el derrocamiento de Hosni Mubarak, en Egipto cuya deposición fue alentada por los Estados Unidos pero decidida por la primavera árabe repleta de manifestaciones. Tuvo que irse.

Lo mismo intentaron hacer los norteamericanos con Bashar al-Ásad, pero no tuvieron éxito en parte porque de haberlo logrado Rusia, Iran y Hezbollah, hubieran sufrido una derrota que no podían afrontar.

Finalmente, desde hace varios años, los Estados Unidos, que nunca estuvieron conformes ni de acuerdo con la gestión de Hugo Chávez, en Venezuela, pasaron a reclamar la salida de su sucesor Maduro. Aunque todavía se mantiene en el poder, los Estados Unidos, han puesto mas de un grano de arena para su derrocamiento, forzando su renuncia o buscando deponerlo por cualquier otro medio a su alcance.

Aquí es donde el caso de Danilo Medina, y lo que puede ser un decisivo error de cálculo de su parte se plantea.

Hay motivos sobrados para suponer que el Departamento de Estado de los Estados Unidos, no está de acuerdo con la gestión, con los métodos ni con las prácticas de Danilo Medina, sobre todo en materia de narcotráfico, tolerancia ante el lavado masivo de dinero, corrupción generalizada y a todos los niveles y la impunidad reinante.

Estas practicas de Medina son perjudiciales a los negocios norteamericanos, porque firmas de ese país pudieron haber vendido los aviones a RD a un mejor precio (y compramos los Tucano), y lo mismo, otras empresas podían haber sido contratadas para una parte de las obras civiles a mejores precios que los de Odebrecht y específicamente y quizás rebosando la copa, podían haber contratado a Punta Catalina. O sea, bajo Danilo Medina, empresas norteamericanas pierden oportunidades, el país exporta miles de delincuentes a los Estados Unidos, otros muchos miles de desamparados económicos emigran al norte, buscando lo que no encuentran aquí, el país es un terrible desorden y en materia de justicia, investigación etc. no hace nada para corregir ni mitigar.

Estados Unidos, está claro que esta isla (RD-Haití) tiene mas de 20 millones de personas. Esto es un polvorín cuyo desorden y cuya violencia exportamos diariamente al norte. Y ellos no quieren eso.

Están hartos de eso. Ni siquiera porque la prensa norteamericana ha dado pautas, publicado denuncias, develado contratos y demás. Ni siquiera porque The Washington Post, dio cuenta del silencio de la prensa y de las autoridades dominicanas ante la magnitud internacional y el efecto local del caso Odebrecht.

Hartos de la situación, hartos de mandar señales quitando visas a altos funcionarios, los norteamericanos mandaron a buscar al procurador y le exigieron actuar no ya como dependiente de Danilo Medina, su jefe inmediato, sino como pieza de un entramado mayor y sujeto a represalias posibles que ni el ni los demás del gobierno pueden afrontar. Imagínense un procurador joven, ambicioso y rico a quien le quitaran la visa norteamericana. Imagínenselo.

Al actuar finalmente el procurador monta el proceso-espectáculo que todos hemos visto. Medina, trata de manejarlo como una explosión controlada. Los norteamericanos no parecen compartir esa idea. Medina, trata de convertir la primera etapa del caso en una gestión reeleccionista que despeje la oposición interna, que hunda lo poco que hay de oposición externa y que consiga mantenerlo a él como la única opción de estabilidad política e institucional del país.

Pero, es posible que Medina, no haya leído bien y que, la intervención norteamericana, además de buscar ponerle coto a la corrupción y la impunidad persiga deshacerse de Medina. Es incluso posible que deshacerse de Medina, les importe mas que poner orden a lo interno de este país porque, los norteamericanos saben, por experiencia, que un gobierno como este, ni con muletas ni con inyecciones puede tener vocación ni voluntad de imponer el orden en el país, porque debe su propia existencia al desorden, al caos, la tolerancia al crimen, el delito, el fraude, el peculado.

Debemos recordar que la misión del gobierno de Medina, no ha sido hacer justicia, sino impedir que se haga y que si hoy hay 14 detenidos y acusados no es porque él cambiara de opinión sino porque las autoridades norteamericanas lo obligaron a proceder tanto por el daño directo que les inflige como por la profundidad del malestar social y político que ha generado y del cual, el único que parece no haberse enterado es el propio Medina.

A diferencia de Ferdinand Marcos, que tenía a Imelda, con tan buenas y cercanas relaciones con Ronald Reagan, Danilo Medina, no tiene a nadie en esos litorales y aunque los tuviera si aquellos opinan que le llegó la hora tendrán una Ivanka Trump, que les dirá si es que le toman la llamada:

Dice mi papá que usted tiene que irse.

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