Cuidado con la política

Por Guillermo Cifuentes

“Qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura una subida al caminar. Esta realidad tirana que se ríe a carcajadas, porque espera que me canse de buscar.” Llegado a la isla por culpa del pecado. Fue columnista del diario “La Discusión” de Chillán, (Chile). Guillermo Cifuentes
 
“La lógica neoliberal se ha metido tanto en nuestras cabezas que se piensa que ser libre es no tener vínculos con otros, y como la política es acción colectiva, hoy se sospecha del militante y se aprueba al que no milita. Eso es nefasto”Fernando Atria

El aperitivo de toda crisis profunda de la democracia se reconoce en estos tiempos por la ofensiva contra lo político, contra la política y contra los políticos. Es cierto, qué duda cabe, que la grave crisis de confianza y de representación hace dudar de la democracia (sin partidos y sin políticos no hay democracia), pero la existencia de tal crisis pudiera no ser una amenaza tan grande si no fuera por la agresividad de los “vendedores de ideas de segunda mano” (F. Hayek).

Del momento político se aprecia un escenario extraño, poco transparente y con un tufillo a trampa. Se puede apreciar también en el ambiente, que alguien miente, o por lo menos se equivoca, y que no hay opiniones rescatables respecto a la coyuntura y menos a la estructura.  Veamos…

Las últimas votaciones han dejado profundas dudas difíciles de desmentir y aún no parece asomar una definición acerca del tipo de régimen político que actualmente se vive y se vivirá en el país en los próximos años. Hemos negado que se trate de una dictadura -quien haya vivido una sabe que esto es cierto-, pero cualquier listado de mínimos, mínimos, dejaría claro que lo que tenemos tampoco es un régimen democrático (separación e independencia de los Poderes del Estado, justicia independiente, elecciones libres y competitivas).

La crisis de representación de los partidos es real y de allí su incapacidad de ser efectivos puentes entre la sociedad y el Estado.  Si hubiera dudas al respecto bastaría ver como para confesar públicamente esas incompetencias los opositores acuden al llamado de la PUCMM.  Pero el momento actual no sólo está determinado por eso y no podemos olvidar que los responsables también formaron parte de la iniciativa. Nadie puede negar que se ha llegado a esta situación (¿Estado burocrático autoritario?) gracias a la complicidad de quienes permitieron desde Quirino hasta Joao y desde la reforma constitucional hasta las votaciones del 15 de mayo.

Todo esto invita a ver qué es lo que se mueve. En la búsqueda de entenderlo hay varios asuntos que no deben ser evitados, empezando por las enseñanzas derivadas de los resultados electorales y por la arremetida de los poderes fácticos que han decidido ocuparse de improviso de la necesidad de institucionalizar, sin que mediara explicación alguna del cambio de rumbo de parte del autor de la cita: “La Junta Central Electoral necesita que la dejen trabajar, está haciendo un trabajo ciclópeo con toda la complejidad que hay en este nuevo proceso”. Todo bien.

Anoto esto porque la campaña ya comenzó. No hace falta sólo proponer candidatos para estar en comunión con Joao. Una muy buena técnica, aunque sea con mala conciencia, consiste en oponerse a ciertos candidatos.  Así también quedan instalados y se mantiene un clivaje que no conduce al cambio. Supongo que quedan pocas dudas de que el PRD en cualquiera de sus versiones no podrá derrotar al PLD y de que a esa división de la sociedad que expresan los resultados electorales hay que darle la lectura de que si se trata de lo mismo, pues que se siga con lo mismo.

Asumimos que no es fácil sacar conclusiones “científicas” a partir de los especiales procesos electorales dominicanos, así que le dejamos la tarea a las encuestas.

Como lo recordamos la semana pasada, desde las reformas políticas del 1994, pasando por el 1996, el clivaje pasó a ser PRD – PLD hasta consolidarse, especialmente desde el 2004.  Así se divide la sociedad y se expresa electoralmente, de modo que para saber a quien le ha ido bien y a quien le ha ido mal no hace falta esperar el pacto político – social.

Si algo hay de particular en la transición democrática dominicana es que nunca se dio un clivaje que significara la división de la sociedad en trujillistas y demócratas y que el mismo se expresara electoralmente. El clivaje dictadura o democracia nunca se dio y hasta el año 1996 el ‘negocio’ fue la división entre el PRD y el balaguerismo.  Bastan la  historia y el periódico de mañana para saber quién fue el ganador.

Ese fue el clivaje, pero ello no significa que no existieran intentos de que fueran otros. Tenemos buenos ejemplos en el recién pasado proceso electoral en donde se buscó un clivaje religioso y los electores parece que no respondieron positivamente. Se intentó un clivaje nacionalista y tampoco resultó. Se intentó el de los cambios políticos y la respuesta, hasta donde se puede suponer, no fue tampoco positiva.

Ahora que la “oposición” baila la música que le tocan –no me atrevo decir que sea ajena- saltan a la vista vacíos legales más allá de las leyes de partidos y electorales.

Se está haciendo necesario que alguien comenzara a trabajar una ley del cabildeo o ‘lobby’ que es la forma en que legislan los poderes fácticos, los grupos de presión, puesto que hay intereses que deben ser transparentados.

Los intereses de los políticos están bastante claros para todos, pero no estaría mal que también se rigieran por ley las organizaciones de la “sociedad civil con incidencia nacional”, pues aunque están llenas de gente buena que se atribuye todas las virtudes que le niegan a los políticos, sin los conflictos que por su oficio deben enfrentar para bien o para mal los políticos. Todos merecen saber qué es lo que hay.

En medio de esta circunstancia, corresponde a los políticos y a sus partidos aprovechar como ventaja todo el tiempo que falta para las próximas votaciones (ojalá fueran elecciones).  Sería un éxito y un avance para la democracia -que “viene lenta, pero viene”- que los partidos utilizaran este tiempo para hacer política.

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