No hay milagros… los que perdieron… jamás volvieron

Por Ricardo Bustos

Estamos contando la cantidad de pobres o excluidos como si fuera la entrada en un estadio de fútbol porque al no existir estadísticas serias, nada es creíble a la hora de buscar soluciones. Es tanta la desidia de los políticos gobernantes utilizando a las generaciones que han quedado al costado del camino, como una excusa para seguir robando, que no queda margen para algún comentario.

Para ellos, los desamparados son solo objetos porque el sujeto sería peligroso para sus proyectos y saben muy bien cuánto dinero les puede costar cada uno.

Es horrible escuchar las conversaciones de algunos dirigentes cuando reúnen a la «tropa» para «bajarles línea» sobre cómo deben actuar ante los pobres para hacerles creer que los están ayudando.

Produce repugnancia ver de qué manera, tipos sin ningún nivel intelectual se arrogan el derecho de conducir por medio del sometimiento económico a una población que sabe de sus escasas posibilidades de crecimiento si no es por medio de la dependencia.

Muchos son los argentinos que desconocen la inexistencia de «gas natural» en una amplia franja de la geografía argentina, en donde sus habitantes, para cocinar, ducharse o calefaccionar sus hogares en cualquier época del año, deben recurrir a la electricidad que por si algunos no lo saben, en el interior es dos o tres veces mas cara que en Buenos Aires. El gas está disponible solamente en garrafas que no bajan de los 100 pesos o tubos que hoy superan los 700 pesos la carga.

Estos elementos no están al alcance de su presupuesto por los míseros salarios que reciben por sus tareas y no debemos olvidar que los sueldos en provincias o municipios del interior son muchas veces menos de la mitad de los que perciben en las grandes ciudades del centro geográfico argentino.

Existen dos sectores bien delimitados en este problema y son las dos franjas que se ubican en los extremos de la vida, es decir los niños y los abuelos, porque son los más vulnerables dentro de la sociedad y los que lamentablemente menos atención reciben desde el propio estado a la hora de poner las cosas sobre la mesa y sincerar la situación.

Mucho discurso, mucho número, pero la realidad nos dice otras cosas que todos conocen y por temor o complicidad no quieren decirlo y así va pasando el tiempo en donde las soluciones sólo llegan para los momentos coyunturales, pero no intentemos tener esperanzas en resultados a corto plazo. No hace falta mencionar destinos del país porque quienes habitan esos lugares comprenderán que estoy en lo cierto, pero hay que decirlo para que aquellos que aún creen en la mano negra de la oligarquía, dejen de ver fantasmas ajenos cuando los tienen al lado de su casa.

Ciudades enteras con zanjas abiertas en las puertas de las viviendas que hacen las veces de cloacas a cielo abierto, calles de tierra o barro a solo diez cuadras de las Casas de Gobierno o Intendencias, en donde no se puede circular por la enorme cantidad de baches, con el consecuente peligro para los conductores de motos y autos y ni hablar de la falta absoluta en el control que debe ejercer Bromatología sobre los productos alimenticios perecederos o la higiene en los comercios que expenden comidas.

Dólar, corrupción, legisladores que se aumentan las dietas, presidentes que mienten y llegan a un punto en que su propia mentira la creen como real, funcionarios elegidos para ocupar lugares de responsabilidad para los cuales jamás se prepararon y profesionales que se rompieron el lomo para tener un título, percibiendo mucho menos por su trabajo que lo que reciben muchos hogares por un «plan».

Huelgas, cortes de calles, jubilados que siguen reclamando por sus juicios ganados, jubilación mínima de lástima, son el común denominador de esta Argentina que nos toca habitar y digo habitar porque a este paso, de seguir así, dejaremos de ser ciudadanos para convertirnos en simples habitantes de un tiempo que lamentablemente transcurre con complacencias desde muchos sectores.

En los países en desarrollo, aproximadamente la mitad de las mujeres embarazadas son anémicas. Cada año, la carencia de hierro es la causa de fallecimientos durante el parto. Las madres afectadas por la malnutrición a menudo dan a luz a bebés con insuficiencia ponderal, que tienen 20% más de probabilidades de morir antes de los cinco años de edad. Cada año nacen en el mundo hasta 17 millones de niños con un peso inferior al normal y nosotros no vivimos en otro planeta.

El día que desde el poder, imiten los buenos ejemplos, quizá empiece a cambiar nuestro sistema de protección a la ciudadanía. Mientras tanto aquellos que creen en los milagros políticos, deberán saber que de la derrota en la política no volvió nadie y como prueba tuvimos a Alfonsín, Menem, Cafiero, De la Rúa, Binner y una lista muy larga que involucra a muchos mandatarios provinciales. Cuando pierden ya no son reinas ni tienen ojos celestes.

«Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde». Sir Francis Bacon (1561-1626) Filósofo y estadista británico.

El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556

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