Invasión pacifica

Por Sucre Vásquez

Han ejecutado los haitianos en las ciudades y campos de la República Dominicana, aupando puestos de trabajo y desplegando una amplia gama de negocios, como chiriperos, vendiendo dulces, frutas y hasta animales vivos como cachorros y cotorras, principalmente en las congestionadas y lujosas avenidas de la capital dominicana.

Otros, como Billy, en Moca, comanda una cuadrilla de peones haitianos como él en una hacienda bananera, mientras que Phillipe, comanda a otros tres compatriotas en un viñedo en las inmediaciones del fronterizo municipio de Neiba.

Estos haitianos gozan de la confianza de sus patronos dominicanos, ya que tienen perfecto dominio del castellano, por lo cual sirven de enlace con los otros haitianos que apenas balbucean el español, con dificultad semántica.

En las fincas viven con sus mujeres e hijos en condiciones paupérrimas, en ranchos de madera rodeados de lodazales y mosquitos, a lo que estos trabajadores parecen ya estar acostumbrados e inmunes.

Por las noches, se juntan al amparo de fogatas para conversar y rememorar sus costumbres haitianas y dan vida a sus ritos.

Otros miles, como Billy, se han integrado más al refinamiento dominicano, utilizan vistosas prendas, visten al último grito de la moda y lucen celulares modernos, con accesorios y artilugios electrónicos de punta.

En lo que no se integran es en la ingesta de alimentos, prefieren comer grandes raciones de arroz con frijoles y espaguetis guisados, plátanos y otras verduras con sardinas, arenques y huevos, en vez de generosas raciones de carne y pollo como el dominicano.

República Dominicana, alberga a más de dos millones de haitianos y cada día esa cifra aumenta con el paso de nuevas oleadas por la frontera, que carece de eficaz vigilancia.

Debido a las exigencias de papeles, los haitianos están impedidos de desarrollar una vida normal en la República Dominicana y quedan condenados a trabajar en la economía informal y será una maldición para los Miles que nacen en suelo dominicano porque nacer de por sí nos le da el privilegio de la ciudadanía, según las leyes, es la sangre de origen dominicana, la que da el derecho.

Esos miles de haitianos que nacen en suelo dominicano vivirán como parias, sin derecho a la educación y esto será una bomba de tiempo para el país con millones de haitianos viviendo en suelo dominicano sin la más mínima educación.

Por lo general, prevalece un infranqueable rencor histórico de matanzas recíprocas, y es tan fuerte ese sentimiento que el haitianos tiene en su mirada una nube de odio hacia el dominicano y éste, a su vez, una intención de desprecio al haitiano y sus primitivas costumbres de origen africano.

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