Regulación Financiera

Por Félix Santana García

No es un secreto que desde el principio del siglo XXI, los mercados financieros son más internacionales de lo que nunca antes lo habían sido. A inicio del siglo XX Los mercados de capital estaban muy integrados y los flujos de capital de los países desarrollados a los países en vías de desarrollo eran enormes, pero este grado de integración se redujo drásticamente durante los últimos años y empezaron a controlarse mucho los movimientos de capital.

A raíz del proceso de globalización que hace unos años experimenta el mundo esa reducción en las transacciones de capitales experimentaron una gran liberalización pues las finanzas sobrepasan las fronteras con mucha mayor facilidad que los bienes o los servicios.

Por lo tanto han aparecido nuevos instrumentos que hacen posible transferir riesgos de todo tipo a una escala mucho mayor y de maneras más complejas, no solo mediante derivados financieros estandarizados de mercados organizados, sino también mediante una cantidad casi infinita de productos financieros.

Los distintos instrumentos financieros permiten repartir el riesgo entre muchos más participantes, lo que probablemente refuerza la resistencia del sistema, pero su uso también implica que si los riesgos se materializan, pueden tener impacto en lugares que no se habían visto afectados hasta ahora y en cualquier parte del mundo.

La regulación financiera no es más que los procesos de autorización, regulación y supervisión de las propias instituciones financieras y de los mercados de valores en que estas operan.

La regulación financiera comprende una gran cantidad de actividades, desde el establecimiento de normas contables hasta la legislación sobre información privilegiada, el control del blanqueo de dinero o las normas para proteger al inversor, pasando por los requisitos de capital mínimo bancario. Howard Davies y David Green (2008).

La actividad del mercado financiero puede dar lugar a efectos colaterales que los participantes del sector privado no pueden corregir con facilidad. Hay muchas opiniones en contrario respecto al nivel de regulación que debe aplicarse.

Desde que se aprobó la Ley Sarbanes-Oxley en Estados Unidos, 2001, que aumentó en gran medida el alcance de la regulación en el campo de la contabilidad y la auditoría, se ha generado un intenso debate acerca de si la regulación ha llegado demasiado lejos en algunos sentidos y debería volver a controlarse.

Esta revisión dio lugar a que se liberaran los mercados y entre sus abanderados se encontraban los señores Hank Paulson y Alan Greenspan, ex-secretario del Tesoro y presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, respectivamente.

Una de las pruebas que se puso sobre el tapete de que la excesiva liberación de los mercados financieros fue lo que dio origen a la crisis de las hipotecas subprime de Estados Unidos la que se extendió a otros mercados.

No cabe duda de que la regulación supone un gran costo para las instituciones y los mercados financieros, costo que, en última instancia, acaba revirtiendo en el cliente final.

También es evidente que la regulación excesiva puede perjudicar el funcionamiento de los mercados financieros y reducir su utilidad económica. En cualquier sistema regulador hay que encontrar el equilibrio entre la seguridad y la solidez, por un lado, y la asunción de riesgos por otro.

La intervención reguladora solo se justifica cuando los beneficios superan con creces a los costos que suponen. Sin embargo la Valoración de los costos y de los beneficios de la regulación aún está en pañales a pesar de los grandes esfuerzos que se han hecho. Suele ser más fácil cuantificar los costos que los beneficios, pero estos últimos resultan mucho más atractivos para los políticos.

La regulación financiera debe sustentarse sobre dos argumentos principales: primero tiene que ver con el riesgo sistémico. Hay pruebas convincentes de que los sistemas financieros estables proporcionan un entorno favorable para una asignación de recursos eficiente y por lo tanto, favorecen el crecimiento económico.

Sin embargo, la experiencia demuestra que, dejados a su libre albedrío, los sistemas financieros tienden a presentar períodos de inestabilidad y de contagio.

El segundo pilar que justifica la regulación financiera es el argumento según el cual existen asimetrías de información en el mercado, que podrían corregirse con un sistema regulador a los fines de que tanto los accionistas como los directivos de las empresas públicas y privadas reciban las mismas informaciones acerca de los cambios que se operan en éstos.

Otro aspecto es la estabilidad financiera, muchas de las justificaciones a favor de la regulación se basan en mantener o en fomentar la estabilidad de las finanzas de las empresas y de la economía de un país.

De vez en cuando, los gobiernos cambian de opinión acerca del nivel de regulación que desean. Normalmente, la opinión pública informada fluctúa cíclicamente. Unas veces se considera que se regula demasiado burocráticamente y otras veces se piensa ya han pasado las amenazas que dieron lugar a la regulación excesiva entonces se produce una liberalización reguladora que, muy posiblemente, empezará a aplicarse justo en el momento de la siguiente crisis.

El presidente de los Estados Unidos señor Donald Trump, anunció durante la campaña electoral su intención de desmantelar la ley Dodd-Frank que hizo el ex-presidente Barack Obama, en el año 2010, que busca regular el sistema bancario estadounidense para dotarlo de estabilidad y evitar así caso como el de Lehman Brothers, que podrían arrastrar al país a una nueva crisis financiera como la del año 2008.

De cumplir el señor Donald Trump, su promesa de campaña obligaría a la Reserva Federal de los Estados Unidos a aplicar una política de contrapeso para contrarrestar la política expansionista que este aplicaría a los fines de controlar la inflación que se originaria.

Política que podría adoptar el Fondo Monetario Internacional como parte de las recomendaciones que este organismo aconseja aplicar a los distintos países que le conforman lo que provocaría desregularización de los mercados financieros trayendo de nuevo la incertidumbre en las operaciones financieras dando al traste con la somera estabilidad financiera que hoy vive el mundo.

Lo atinente seria que se mantenga la regulación financiera intermedia conforme el análisis de costos-beneficios, a los fines de evitar los extremos que puedan perjudicar el avance de los mercados financieros y la estabilidad macroeconómica de los países, donde prevalezca la diversificación del riesgo.

felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com

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