Cardenal Burke: USA como nación se ha convertido en dependiente del Partido Comunista Chino; Vídeo

Por Washington Cabello

(WASHINGTON, D.C., Estados Unidos).- El Cardenal de este país Raymond Burke, proclamó que hay corazones angustiados y apesadumbrados por la crisis que amenaza el futuro de este país como nación libre y democrática.

Con angustia y pesadumbre, el Cardenal, siente que el país se ha convertido en dependiente del Partido Comunista Chino.

«Nosotros como nación nos hemos permitido convertirnos en dependiente del Partido Comunista Chino, una ideología totalmente opuesta a la Cristiana», lamenta.

Afirma que la difusión mundial del materialismo marxista, ha traido destrucción y muerte, y ha amenazado por décadas los cimientos de los Estados Unidos.

«Lo que esta claro, sin embargo, es que ha sido utilizado por ciertas fuerzas enemigas de las familias y de la libertad de naciones para avanzar en su agenda malvada», expuso al referirse al virus chino como «el misterioso virus Wuhan».

A continuación transcripción de su homilía pronunciada en La Crosse, Wisconsin, Estados Unidos (1312):

Alabado sea Jesucristo

Venimos a Nuestra Señora de Guadalupe, en su fiesta, con corazones angustiados y apesadumbrados. Nuestra nacion atraviesa una crisis que amenaza su futuro como libre y democrático

La difusión mundial del materialismo marxista, que ya ha traído destrucción y muerte a la vida de tantos, y que ha amenazado los cimientos de nuestra nación durante décadas, ahora parece apoderarse del poder gobernante sobre nuestra nación, para lograr ganancias económicas.

Nosotros como nación nos hemos permitido convertirnos dependiente del Partido Comunista Chino, una ideología totalmente opuesta a la Cristiana. Cimientos sobre los cuales las familias, y nuestra nación permanecen seguras y prosperan.

Hablo de los Estados Unidos de América, pero evidentemente muchas otras naciones, están en medio de una crisis similar y más alarmante.

Luego está el misterioso virus Wuhan sobre cuya naturaleza y prevención los medios de comunicación diariamente nos dan información contradictoria.

«Lo que esta claro, sin embargo, es que ha sido utilizado por ciertas fuerzas enemigas de las familias y de la libertad de naciones para avanzar en su agenda malvada».

Estas fuerzas nos dicen que ahora somos los sujetos del llamado Gran Restablecimiento o el llamado «Gran Reseteo» de la nueva normalidad que nos dicta su manipulación de ciudadanos y naciones a través de ignorancia y miedo.

Ahora se supone que debemos encontrar en una enfermedad y su prevención la forma de entender y dirigir nuestras vidas más bien, que en Dios y en su Plan para nuestra Salvación.

La respuestas de muchos obispos y sacerdotes y de muchos fieles ha manifestado una lamentable falta de catequesis sólida.

Tantos en la Iglesia parecen no entender como Cristo continúa su obra salvadora en tiempo de pestes y de otros desastres.

Lo que es más, nuestra Santa Madre Iglesia, la novia inmaculada de Cristo, en la que Cristo está siempre trabajando para nuestra eterna redención, está acosada por informes de corrupción moral, especialmente en asuntos del sexto y séptimo mandamiento que parecen aumentar día a día.

En nuestra propia nación los informes sobre Theodore McCarrick (Theodore Edgar McCarrick), han tentado con razón a muchos católicos devotos.

Interrogar a los pastores que de acuerdo con el Plan de Cristo para la Iglesia deben ser sus guías seguros al enseñar las verdades de la fe guiándolos en la adoración apropiada de Dios, y en oración a él, y guiándolos por medio de la disciplina perenne de la Iglesia.

Demasiado a menudo los fieles no reciben nada en respuesta, o una respuesta que no se basa en las verdades inmutables sobre la fe y la moral. Reciben respuesta que parecen provenir no de pastores, sino de «gerentes seculares».

La confunsión con lo que la Iglesia realmente enseña y nos exige de acuerdo con su enseñanza genera divisiones cada vez mayores dentro del cuerpo de Cristo. Todo esto paraliza a la Iglesia en su misión de testimonio a la verdad divina y al amor divino, en un momento en que el mundo nunca ha necesitado más la Iglesia para ser un faro.

Al encontrarse con el mundo, la Iglesia falsamente quiere acomodarse a el mundo, en lugar de llamar al mundo a conversión en obediencia a la Ley Divina escrita en cada corazón humano y revelado en su plenitud en la encarnación redentora de Dios el hijo.

Estos graves problemas, por supuesto, presentan un desafío formidable, a nuestro diario Cristiano que vive el impacto de la crisis en el mundo, y en la Iglesia es profundo para todos nosotros.

Muchos están soportando el sufrimiento más doloroso, físico, emocional y espiritual, que tal situación necesariamente causa en un momento en el que necesitamos estar cerca de unos a otros en amor Cristiano.

Las fuerzas mundanas nos aislarían, para hacernos creer que estamos solos y que dependemos de las fuerzas seculares, que nos haría esclavos de sus impíos y agenda asesina.

Sin embargo no estamos solos

Tenemos a la Virgen Madre de Dios. Nuestra Madre en la Iglesia, con confianza presentemosle nuestros corazones afligidos. Atraídos por su inmaculado corazón, en la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, nos acercamos hoy a ella en peregrinación.

 

La Virgen de Guadalupe, nos habla, como le habló a San Juan Diego, cuando parecía derrotado por la eternidad mortal y por el gran desafío de llevar hacia adelante la díficil tarea que Nuestra Señora, le confiaba.

Ante las expresiones de impotencia e imposiblidad de San Juan Diego, Nuestra Señora, le respondió: «No estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tú madre; No está bajo mi sombra, de mi resguardo; No soy yo la fuente de tu alegría; No está en el hueco de mi manto, en el cruce de mis pasos. Ella nos dice estas palabras también a nosotros.

María Inmaculada, esa mujer vestida de sol, cuyo hijo estaba destinado a salvar al mundo del poder del maligno. Ella nos muestra la verdad, de la que el apocalisis testifica que en el nacimiento de su Divino Hijo, él fue elevado a Dios, hasta su trono.

Nuestra señora, que Dios Padre, cumplió con la encarnación de Dios Hijo, supo merecer salvación eterna, la promesa renovada a través de las palabras del profeta Zacarías: «Yo vengo a habitar en emdio de tí oráculo del Señor».

Unamos nuestros corazones afligidos con el inmaculado corazón de la Madre de Dios. Nuestra Madre, a quien el alcángel Gabriel, la llamó con razón «Llena de gracia».

En medio de tantos males, la Virgem María, recibe nuestros corazones y los lleva a su corazón y fuerza al Sagrado Corazón de Jesús. «Dios y hombre, hijo de Dios e hijo suyo».

María nos invita a elevar nuestros corazones al glorioso corazón traspazado de Jesús, al único, en que encontraremos al salvación.

Nuestra Señora, quizo que su casa se construyera aquí, precisamente para tiempos difíciles como los que estamos viviendo. En su Santuario, ella atrae a las almas hacia su hijo, nuestro salvador, dirigiéndonos las segunda palabras: «Hagan todo lo que él les diga».

Su Iglesia en este lugar es un faro, que nos conduce a la salvación eterna, constituye la imagen de nuestra vocación, de la vocación de la Iglesia universal. Ser un faro que refleje la luz brillante de la verdad y del amor divino en el mundo, que refleje la realidad de Cristo sentado en Gloria a la derecha del Padre, y al mismo tiempo morando con nosotros en la Iglesia.

Sí, nuestros corazones están comprensiblemente apesadumbrados, pero Cristo a través de la intersección de su Madre Virgen eleva nuestros corazones a su propia renovación.

Nuestra confianza en aquel que nos ha prometido la salvación eterna, en la Iglesia nunca será infiel a sus promesas. El nunca nos abandonará, no nos dejemos engañar por las fuerzas del mundo y por falsos profetas.

Cardenal Raymond Leo Burke

Es un cardenal de los Estados Unidos, de la Iglesia Católica. Fue prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.

Nacio el 30 de junio del año 1948 (72 años de edad), en Richland Center, Wisconsin, Estados Unidos. Hijo de los señores Thomas y Marie Burke.

Su ordenación sacerdotal fue el 29 de junio del año 1975, por el Papa Pablo VI; La episcopal fue el 6 de enero del año 1995, por el Papa Juan Pablo II y su proclamación cardenalicia, el 20 de noviembre del año 2010, por el Papa Benedicto XVI.

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