El agujero del bolígrafo salva cientos de vidas

Por José Luis de la Calva 

Todos conocemos y usamos los bolígrafos, pero son pocos quienes han llegado a pensar en el porqué de la forma de sus tapas.

En 1991 la compañía BIC le dio a conocer al mundo una solución de diseño que la mayoría ni siquiera notó: en la parte superior de la tapa de su popular modelo de bolígrafo Cristal Pen hicieron un pequeño orificio.

Y aunque muchos ni se enteraron de este pequeño cambio, su aparición le ha salvado la vida anualmente a gran cantidad de niños (más de un centenal) y claro, a un número algo menor de adultos.

A los niños pequeños les gusta morder y masticar todo lo que se les atraviesa, especialmente aquellas cosas que les caben en la boca, y a los adultos les encanta morder la tapa del bolígrafo cuando están concentrados pensando en algo, o sencillamente están nerviosos.

Así es como la tapa puede pasar fácilmente a la tráquea y bloquear la respiración. En ese momento ese huequito, que para muchos no era más que un detalle insignificante, cobra vital importancia al permitir que una mínima pero suficiente cantidad de oxigeno llegue a los pulmones y la persona respire, mientras espera la llegada de la ambulancia

Esta medida fue adoptada por casi todos los grandes fabricantes de bolígrafos, y el Instituto Britancio de Estándares modificó sus recomendaciones para la fabricación y producción de estos elementos de uso diario.

«Un buen diseño se nota inmediatamente, un diseño perfecto pasa desapercibido». En esta ocasión esta frase es más que cierta.

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