Cerca estuvimos de caer en las garras del mismo demonio que aún habita en Venezuela

Por Ricardo Bustos

Argentina, quizá sea uno de los pocos países del mundo donde las dietas para adelgazar, engordan, los chicos reciben dinero para ir a la Escuela, las chicas cobran un subsidio cuando quedan embarazadas, los anticonceptivos son gratuitos en cualquier centro de salud y nadie los utiliza, los varones que no trabajan ni estudian, obviamente, algunos salen a buscar aquello que con el fruto del trabajo también pueden tener y cuando los detienen, cualquiera haya sido el resultado de sus fechorías, aún con alguna muerte en medio de un atraco, obtienen la libertad al otro día porque son menores.

La hipocresía dice que las drogas están prohibidas pero todos sabemos que es una mentira. En cualquier barrio de pueblos o ciudades argentinas, vemos como se vende en las esquinas y nadie hace absolutamente nada.

73 años pasaron desde aquel 17 de octubre, que comenzó a formar la enorme grieta entre los argentinos, la misma que aún hoy nos divide.

Aún recuerdo aquellos días cuando era pequeño. donde las paredes tenían oídos. Había jefes de manzanas que de manera permanente transmitían a sus punteros todo lo que hacían quienes no comulgaban con los ideales políticos del momento.

Hoy al ver de que manera se desarrollan los acontecimientos en nuestra hermana República de Venezuela, vuelven a mi mente aquellos tiempos en mi ciudad, La Plata. Los derechos individuales pertenecían a quienes estaban afiliados al movimiento.Los políticos opositores terminaban en prisión, existía la obligación de afiliarse para mantener el empleo estatal y la asistencia a los actos donde participaba el presidente eran obligatoria.

Las fotos de Perón y Evita estaban en cualquier lugar del país. Recuerdo que mi padre compró una casa que tenía una ermita de la virgen de Luján en la pared y se la hicieron sacar para poner allí una imagen de Eva Perón. El internet de la época era boca a boca y existía una inmensa red de «delatores» en cada barrio, por las dudas que alguien se saliera del camino.

Los jóvenes y algunos no tanto de hoy, no saben o no quieren aceptar la verdad. Los artistas que no aceptaban las reglas de la época, caían presos o debían partir al destierro, el sindicalismo que se dice peronista, vivía sumido a los caprichos del poder. El enorme aparato de propaganda, terminó por jugar en contra y un día, todo se convirtió en una inmensa hoguera político social con las nefastas consecuencias que dejan los enfrentamientos y el fanatismo.

Ese movimiento que pregonaba la justicia social , con el tiempo, terminó intrusado por otras ideologías pero manteniendo la misma demagogia, impulsando el consumo desmedido de quienes , aún sabiendo que sus bolsillos no daban para ciertos gastos, vivían el sueño de una noche de verano en un país que debajo de esas alegrías perecederas, escondía la otra realidad, esa que tenía dirigentes millonarios viviendo de los pobres que, ilusionados, aplaudían una mejora mentirosa que, tarde o temprano iban a descubrir.

Han pasado muchos años y nada ha cambiado en nuestra querida Argentina. Se renovaron las cúpulas pero los vicios son los mismos y el fantasma de la miseria asoma todos los días a las puertas de millones de ciudadanos engañados por las falsas ideologías.

Los famosos del deporte o espectáculo, incursionaron en la política y sin conocimiento alguno sobre como se debe gobernar, ingresaron a la élite del poder por ser portadores de apellidos, engrosando las inmensas listas sábanas de los partidos políticos con resultados que quedarán en la historia pero no en la cuenta del «haber».

Maradona, al mejor estilo de payaso de circo, revoleando la bandera de Venezuela, en un acto de apoyo a uno de los últimos genocidas de América postulándose en una reelección que todo el mundo sabe es fraudulenta, nos muestran lo que por obra y gracia de la inteligencia del resto de los ciudadanos de esta parte del mundo, la verdadera voz del pueblo se hizo escuchar y no se deben permitir estos atropellos típicos de las dictaduras si pretendemos que la libertad y elección de vida, forme parte de nuestra democracia.

Vendrá otro mundial de fútbol, mas planes sociales, mas embarazos adolescentes evitables, mas chicos cuyos padres seguirán cobrando para que no falten a la Escuela, el pago de un «presentismo» para que todos vayan a trabajar, mas jubilaciones de privilegio para Legisladores que solo han pasado alguna vez por una Legislatura o jueces que por una firma equivocada o no, tras haber impartido justicia en un país que, lo que mas necesita es eso JUSTICIA, reciben todos los meses en su cuenta bancaria los billetes manchados con el sudor de miles de argentinos que apenas logran subsistir con unos pocos pesos devaluados.

Como en muchas películas, a veces nos da ganas de levantarnos de la butaca y salir enojados de la sala por lo monótono de su desarrollo, pero resulta que cuando intentamos hacerlo, aparece la acción y nos atrapa hasta el final. Bien, si de final hablamos, estaremos muy lejos de la realidad porque los protagonistas de esta parte del film, salieron de la pantalla y se mezclaron como el agua y el aceite justo en el momento menos apropiado para hacerlo, cuando las voces de los que fueron peronistas se mezclan con los de la izquierda que fue expulsada por el general de la Plaza de Mayo y aunque intenten mostrar otro rostro, el aroma se percibe desde lejos.

«Cuando la lucha entre facciones es intensa, el político se interesa, no por todo el pueblo, sino por el sector a que él pertenece. Los demás son, a su juicio, extranjeros, enemigos, incluso piratas». Thomas Macaulay – (1859) Historiador y político británico.

El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556

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