¡Dios mío!, hasta cuándo…

MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera

El presidente reeleccionista Danilo Medina y el pleno de sus más cercanos colaboradores no son menos que una auténtica asociación de malandrines protegida por la cobija del Poder, y creída de tener patente de corso para mentir, simular y fanfarronear con afrentoso desparpajo.

Es de lamentar hasta lo indecible que damitas de la estirpe inmortal de doña Piky Lora, hayan sido sorprendidas en su buena fe por el farsante consumado que desgraciadamente hoy día ostenta la condición de titular del Poder Ejecutivo.

Llevar a la augusta sala de la Asamblea Nacional un sainete de mal gusto para impresionar a los incautos, es sin duda alguna una táctica fruto de la desesperación y el desasosiego, en tanto y en cuanto reflejan un estado de ánimo atormentado.  

¡Cómo tiene que ser! Franca y sencillamente porque el Divino Creador del cielo y de la tierra, sólo se alimenta de corazones bien intencionados. Y precisamente la falta de buena intención es lo que prima y abunda en esa parte del discurso reeleccionista del presidente saliente, Danilo Medina Sánchez.

La sentencia a la que él se refirió en el caso Bahía de las Águilas, y que el pusilánime y estúpido a conveniencia Procurador General de la República ponderara como positiva, es la forma más perversa de manipular la ingenua conciencia del pueblo que uno se haya podido imaginar.

¿Por qué? A eso voy mi querido Watson, como diría el ingenioso detective Sherlock Holmes a su “alter ego”, creados magistralmente por el novelista inglés Arthur Conan Doyle. Resulta y viene a ser que toda esa fanfarrea oral lindante con el desgañite desaforado, sólo persigue estafar la credulidad de la gente.

La sentencia de marras, únicamente da término a lo que concierne a la primera instancia del procedimiento en materia de tierra; la decisión de un tribunal de jurisdicción original, el primer grado del proceso.

Les puedo asegurar a los entendidos y a los profanos que eso no termina en menos de tres a cinco años, y que a fin de cuentas los beneficiarios serán los mismos que ahora son con el favor de los poderes institucionales y de los poderes fácticos. ¡Coño, hasta cuándo!…

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