Discriminación y verdades

Por Ricardo Bustos

Sin temor a equivocarnos, podemos calificar de, al menos infelices, las declaraciones del empresario mendocino Enrique Pescarmona, dueño de IMPSA, la empresa que según su Web, ofrece soluciones integrales para la generación de energía a partir de recursos renovables, equipos para la industria de procesos y la energía nuclear.

Don Pescarmona, siempre estuvo capeando las tormentas con el poder político por su participación en licitaciones de obras faraónicas en diferentes provincias.

Pescarmona, dijo ante los empresarios que participaban en la asamblea de AEA (Asociación Empresarial Argentina) que «las chicas de 14 años se embarazan para cobrar un mango y que los planes sociales son retrógrados. Los desempleados y la capacitación que se necesita para los puestos les va a llevar de 12 a 14 años para que los trabajadores sean normales».

Si bien es cierto, estas apreciaciones duelen al conjunto de la sociedad, también lo es aceptar que estamos inmersos en una triste realidad porque es bien sabido que en muchos hogares argentinos ya existen nietos que jamás vieron a sus abuelos y menos aún sus padres, levantarse por las mañanas temprano para ir a trabajar, pero si para ir al cajero una vez por mes a cobrar algún subsidio.

No se puede culpar de ello a estos ciudadanos porque para que ello ocurra, es obvio que por allí estuvo la mano de la política, quien generó semejante distorsión económico-social y de esa manera ha logrado mantener cautivos a millones de argentinos por un mísero voto que le permite a la dirigencia mantenerse en el poder sometiendo a quienes ya la comunidad empresaria considera incapacitados laborales porque son pocos los que pueden demostrar que tienen algún oficio afín a los requerimientos de la época.

Hoy los medios de comunicación le muestran a los jóvenes, diferentes alternativas que solo conducen al cada vez mas deteriorado estado calamitoso de la conducta social imperante. La publicidad a cualquier hora del día, impregna su cerebro de estimulantes o soluciones para cualquier tipo de problemas, disfrazados en envases de estimulantes, bebidas y fiestas, festivales de rock, música electrónica (con sus consecuencias conocidas), elementos para estar todo el día conectados a un mundo irreal que solo puede comprender aquel que no ha caído en las redes de esa cruel mentira, la misma que promete una vida mejor en un planeta que se está autodestruyendo.

Lamentablemente, los oficios ya no son prioridad en el país y por todos los canales de televisión, en un momento en el que el hambre golpea las puertas de muchos hogares, abundan los programas que muestran las bondades de ser un buen Chef con abundante comida sobre la mesa o bailarinas, vedette, cantantes, murgueros o simplemente mediáticos al mejor estilo de Wanda Nara y tantas otras que como único mérito han tenido su origen artístico en la vida privada y luego formar parte de la legión de botineras, pero lejos estamos de aquello que antes se conocía como «cultura del trabajo».

En una época no muy lejana, recordamos que muchas fábricas cerraron sus puertas e indemnizaron a su personal. Se podían ver en pueblos pequeños mas Kioscos y remises que clientes para sustentar esos emprendimientos. Hoy la historia se repite y no podemos dejar que esta situación siga siendo dueña de una realidad que está frente a nosotros.

La política es la única responsable al no provocar en los ciudadanos excluidos del sistema, la motivación necesaria para encaminarlos hacia profesiones u oficios que les permita sentirse útiles y por ende dignos para formar parte del conjunto de mujeres y hombres que van a pasar por la vida dejando una estela de conquistas que solamente se logran con esfuerzo y sacrificio, las únicas posibilidades de llevar adelante un proyecto en un país que está muy lejos de lograrlo si continuamos por el otro camino que nos han impuesto.

El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556

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