Los ojos del presente

Por Guillermo Cifuentes

“Qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura una subida al caminar. Esta realidad tirana que se ríe a carcajadas, porque espera que me canse de buscar.” Llegado a la isla por culpa del pecado. Fue columnista del diario “La Discusión” de Chillán, (Chile). Guillermo Cifuentes

“¿Aquí funciona el club de la nostalgia?. Si, pero ya no es como antes”.

Lo malo de las autocríticas según Benedetti, es que alguien las crea, pero igual vale: Confieso, señor, que no lo conocía. Para respetar su intimidad no lo volveré a nombrar pues puede ocurrir que alguien lo despierte con una llamada telefónica a la hora de la siesta.

Aquello de que la historia es siempre contemporánea es todo un compromiso porque no deja mentir. El pasado se revisa siempre con los ojos del presente, por eso quien mire el pasado como un listado de sus aciertos corre el riesgo inevitable de que le recuerden como están las cosas. Entender que esa calidad es siempre una herencia del ayer es especialmente interesante ahora que se ha puesto de moda ver el pasado con ojos de desagravio. Si insistimos en nuestras dudas, quién desagraviaría a quién cuando se aborde, por ejemplo, el agravio del “Acuerdo de Santiago”. No vendría nada mal que los herederos políticos de tal afrenta asumieran el “desacierto” de haber escogido un candidato vice-presidencial que no estuvo a las órdenes de la OEA y que fue un aliado de los invasores redimido por los tácticos.

La relativa lejanía de las próximas elecciones del 2020 parece que será un escenario adecuado para pasar revista y actuar con miras al futuro. No debiera pasar mucho tiempo para comenzar ese ejercicio pues si la espera se hace larga las urgencias volverán a poner en el primer plano las viejas soluciones y los llamados destemplados ni siquiera a hacer lo mismo sino a hacerlo peor.

De no poner atención pronto podríamos encontrarnos con una nueva versión del llamado al “voto crítico” junto con la necesidad de imponer la unidad.  Todos, por supuesto, dejándose llevar por los siempre bien dispuestos arquitectos del fracaso.

Sin que siquiera haya concluido el proceso electoral ya empezamos a observar la repetición de los desaciertos. Aunque ha habido, como siempre, mucha atención a las fotografías mucho más patético ha sido la repetición de lo que parecía irrepetible. El coro del “candidato único” ahora suena mucho más desafinado con la nueva partitura: “Líder de la oposición”.

Lo otro que sin tiempo aún para recuperarse, también ha reaparecido es el tema de la “unidad” sobre el que en esta misma columna hablé en mayo del año pasado (http://acento.com.do/2015/opinion/8246755-acerca-de-la-unidad/). Como tema, la unidad tiene la extraña propiedad de conseguir apoyos instantáneos sin necesidad de un mayor cuestionamiento y quien lo propone adquiere enseguida una categoría casi profética. Nadie puede correr el riesgo de oponerse a tan beneficiosa acción y si lo hace recibirá inmediatamente una enumeración de adjetivos inamistosos. Y como no se trata sólo de leer a quienes están de acuerdo con uno, vale preguntarse, como lo ha hecho Pelegrín Castillo, ¿unidad para qué? Agreguemos nosotros ¿entre quiénes?, puesto que así puede uno aproximarse a la respuesta.

Que el horno no está para galleticas se evidencia cuando aparecen recomendaciones acerca de tan preciada necesidad. Lo bueno es la reciente desaparición de la letanía que asignaba a la falta de unidad la responsabilidad de la derrota de la oposición. Ahora habrá que cuestionar y cuestionarse, nunca hacer caso a nadie. Desde temprana edad los seres humanos demuestran su autonomía tomando sus decisiones y responsabilizándose de sus acciones. Lo ideal sería que esto lo practiquen los y las dirigentes políticos.  Si además leen y escuchan a imperdibles como José Ramón Peralta, Marchena y, por qué no, Melanio Paredes, puede que logren entender lo que está ocurriendo.

Aunque el tema deberá ser tratado más adelante, luego que se conozcan las evaluaciones de los protagonistas en la última elección, no está demás advertir que precipitarse puede conducir a tropezones parecidos a los de cierta oposición al PLD que descargó sus andanadas contra el ex-presidente Fernández y con ello sin duda colaboró con el 60% que dice la Junta que obtuvo Medina.

Creo que hacen bien quienes ponen atención sobre el hecho de que vienen tiempos difíciles y que será toda una prueba mantener las huestes más o menos ordenadas.

Aquí se sabe que se compra todo lo comprable no tanto porque haya mala gente que se vende, sino porque hay peor gente dispuesta a comprarlo todo.  Como muchos opositores dejarán de serlo muy pronto, igual que siempre o casi siempre, sería conveniente también poner atención sobre el hecho de que lo peor no es pasarse para el gobierno. Lo definitivo será quienes se mantengan o se pasen al sistema.

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