Que se sienta la justicia de Dios

MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera

La fuerza sobrenatural y efectiva que suelen ejercer los seres extraordinarios, aún después de la partida física hacia lo inescrutable, sobre todo cuando han dejado inconclusa la que pudo haber sido su obra fundamental, como la redención de un pueblo, debe manifestarse con creces esta vez.

En virtud de que en la ocasión anterior el caudal de votos que a favor del PRD aportó el doctor José Francisco Peña Gómez con su ausencia corporal del 10 de mayo de 1998, fue tirado por la borda de manera miserable, se me ocurre que el 15 de mayo próximo la justicia Divina, la mano de Dios, habrá de sentirse.

No permitas Señor que con esta otra connivencia anti-histórica, lo más granado de la ensoberbecida casta reaccionaria de la política dominicana sepulte sin remisión y para siempre las ideas emancipadoras del más vilipendiado de los dominicanos.

Ideas, preciso es apuntarlo, que no fueron inventos suyos ni frutos de la casualidad. El doctor Peña Gómez las encontró en su paso por la vida abrevando en la fuente Suprema e inagotable del pensamiento liberal que encarnó el mártir del Gólgota, primer demócrata de la Era Cristiana que hoy vivimos.

También en el preclaro pensamiento liberal de Simón Bolívar, prócer por excelencia de la América morena y gran Libertador de los pueblos del Cono Sur, junto a los prohombres Antonio José Francisco de Sucre, José Francisco de San Martín Matorras y de otros grandes en las grandes luchas por la independencia suramericana.

Para poder aquilatar la grandeza del Libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte Palacios y Blanco, hay que pensar seriamente porqué el sobrenombre “culo de hierro” le acompañó hasta el final de sus días, fruto de las campañas descolonizadoras del Sur.   

Hombre de acción, Simón Bolívar, se estima que cabalgó sobre la cresta de la cordillera de Los Andes, desde Venezuela hasta el Cabo de Hornos, extremo meridional entre Chile y la Antártida, ida y vuelta, más de cinco veces. A ese coloso también del pensamiento fue que emuló el doctor Peña Gómez.

Al mismo que le legó a la humanidad, estas perlas: “Huid del país donde uno sólo ejerce todos los poderes: Es un país de esclavos”; “Los legisladores necesitan ciertamente una escuela de moral” y “Los empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos”

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