¿Sin alternativa?

Por Guillermo Cifuentes

“Qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura una subida al caminar. Esta realidad tirana que se ríe a carcajadas, porque espera que me canse de buscar”. Llegado a la isla por culpa del pecado. Fue columnista del diario “La Discusión” de Chillán, (Chile), Guillermo Cifuentes.
 
“Es importante hacerlo quiero que me relates tu último optimismo yo te ofrezco mi última confianza”, Mario Benedetti

«Un fantasma recorre ‘la República’: el fantasma de ‘los alternativos’. Todas las fuerzas de ‘los viejos partidos’ se han unido en ‘dos Santas Alianzas’ contra ese fantasma: el ‘Papá y su hijo pródigo, comunicadores pagos y aficionados, analistas objetivos y ex becarios de Trujillo, matones y calieses. Consultores y estrategas’».

¿Qué oposición no ha sido acusada de ‘alternativa’ por sus adversarios en el Poder?, ¿Qué oposición, a su vez, no ha lanzado a sus adversarios, de derecha o izquierda, el epíteto zahiriente de ‘alternativo’?”

Así están las cosas y habría que contar con el segundo fantasma, el de la segunda vuelta que –luego de haberla calificado de hipócrita, suicida o peligrosa- ahora la andan deseando después de que no dejaron un solo error por cometer, ebrios de una confianza de origen desconocido.

La RAE nos manda a decir que lo alternativo se debe entender “En actividades de cualquier género, especialmente culturales, que difiere de los modelos oficiales comúnmente aceptados”. Si eso lo aplicamos a la política es impensable insinuar un cambio que no sea alternativo.

A lo mejor ese es el drama. Lo digo porque quien propone que se aumenten los salarios de la policía, la tarjeta de comer es primero, un ferrocarril y religiosamente un día a la semana reclama unidad, no “difiere de los modelos oficiales comúnmente aceptados”.  Eso queda demostrado en el simple listado.

Mi impresión es que el nivel de conservadurismo es tan elevado que la sola idea de lo alternativo –que está como se ha dicho absolutamente relacionado al cambio- debe ser condenado. Esos infelices deben ser presionados a pactar y si no acatan, serán condenados en las columnas dominicales y en las listas de los pastores.

Una sociedad sin “alternativos” es una sociedad sin alternativa. ¿Será eso lo que quieren los catedráticos del atraso, los estrategas de cuanta derrota se pueda recordar?. Derrota de la democracia, claro, pues individualmente siempre han caído parados.

Sin duda una sociedad donde lo alternativo es considerado condenable, está con toda seguridad siendo expuesta al castigo de seguir en lo mismo, de continuar siendo víctima de una operación invisible, planificada en las sombras y que tiene como cuestión central la intención de descalificar para justificar habilidosas volteretas que buscan, como siempre, lavar, rescatar y posicionar la antítesis de “lo alternativo”: a los magos de la represión, la corrupción y el fraude, de todos aquellos que han sido inspirados por “ese gran líder que me llevó a conocer papá”.

Desde la trinchera del atraso, han elegido una vez más la derrota y se me está haciendo evidente que no se trata de un error: en realidad no quieren ganar pues en las actuales condiciones para ganar frente a la maquinaria que ya no se adivina, sino que está, hay que ser alternativo.

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