Cayó en manos de un rastrero, que lo uso de testaferro (Décima)

Por Juan Tomás Valenzuela

Ya cayó Octavio Dotel
en un lío de narcotráfico,
por un álbum fotográfico
en el que él y su mujer,
habían puesto en alquiler
su nombre de Pelotero,
para que ese traquetero
emparentáo con Danilo,
siguiera embollando el hilo
igual que un perro faldero.

César “el Abusador”
contrató a Octavio Dotel,
para que compre, por él,
productos al por mayor.
Dotel, facturó licor,
mujeres venezolanas,
cabañas en Punta Cana,
vehículos deportivos,
lomotíl pál jiedevivo
y grilletes pá su hermana.

El infeliz pelotero,
que estaba pasando un bache
por ese vicio del diache
que casi lo deja encuero,
cuando se vió sin dinero
fue a donde César Peralta,
y poniéndole las cartas
que tenía sobre la mesa,
puso en riesgo su cabeza
por un pedazo de tarta.

Octavio, se entró solito
al negocio de lavado,
con el ñús desvergonzado
y aqueste abusadorcito.
El cabeza de chorlito
que fue tan buen pelotero,
cayó en manos de un rastrero
que lo uso de testaferro
y lo puso a cargar hierro
como a cualquier ferretero.

Ahí está Octavio… jodido,
cual quien no quiere la cosa
por tá de boca sabrosa
con Peralta y el ungido.
El lío en que se ha metido
esta mán por locoviejo,
que le sirva dé consejos
al señor David Ortiz,
ya que por este desliz
Dotel, perderá el pellejo.

Juan de los Palotes
15 diciembre 2020

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