Hay que ser desvergonzado y muy mal agradecido (Décima)

Por Juan Tomás Valenzuela

La manera despiadada
con que el patán de Felucho
le dispara estos cartuchos
al líder de la manada,
contrasta con la andanada
de alabanzas y lisonjas,
que el cabeza de toronja
le esbozaba en sus inicios,
recordandome a Patricio,
el teammate de Bob Esponja.

La forma beligerante
en que Felucho lo acaba,
con el chorrero de baba
que se expresa este tunante,
resulta más que chocante
a quien recuerda el pasado,
donde este desvergonzado
le dió carácter divino
a la impronta del felino
que hoy apartan de su lado.

Al prócer, líder y guía
que encaminó al PLD,
hoy le cuelan el café
como Miguel a Mejía.
Hoy deniegan del que un día,
de manos de Balaguer,
puso a todos a comer
las tres comidas calientes,
después de ser indigentes
que adversaban al poder.

El Lada de Alejandrina,
el Karmann Ghia de Don Juan,
hasta el cepillo alemán
que uso la infanta Cristina,
contrastan con las berlinas
que hoy conducen la Condeza,
la hermana de Berlinesa
y los cueros de cortina
que el presidente Medina
ha nombrado en su realeza.

Hay que ser desvergonzado
y muy mal agradecido
para seguir a este ungido
por el camino tomado.
Este flamante hacendado
que heredó una dependencia,
con la poca inteligencia
que caracteriza al bruto,
hoy denosta al impoluto
con desleal concupiscencia.

Juan de los Palotes
16 octubre 2019

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